El siguiente texto corresponde a un fragmento del libro " LA FILOSOFÌA DE LA DESTRUCCIÒN " del pensador uruguayo Marcel Tajch, nacido el 5 de enero de 1966 en Montevideo. Se pretende que sus aportes contribuyan constructivamente en nuestras reflexiones sobre la posibilidad de distintos modelos culturales.
Emancipate yourselves from mental slavery None but ourselves can free our minds Have no fear for atomic energyuient Cause none of them can stop the time How long shall they kill our prophets While we stand aside and look Some say it's just a part of it We've got to fulfill the book Won't you help to sing, these songs of freedom Cause all I ever had, redemption songs, redemption songs, redemption songs
“La primera
y más superficial respuesta que puedo dar, es considerar al Reggae como un tipo
de música perteneciente a una determinada área del Caribe. De esta forma, lo
único que lograría sería ubicarlo en el Arte y en el espacio.
El Reggae es
mucho más: es una cultura, es decir, un conjunto sistemático formado por
Ciencia, Arte y Pensamiento. Como se puede apreciar, me faltó el cuarto
término, que es la
Tecnología. ¿Por qué no la incluyo?
Porque el
Reggae cree en la transformación del Hombre, no en la destrucción del medio.
Comenzaré
por estudiar cual es la
Ciencia que trata. Es la ciencia del Hombre, para el hombre y
por el hombre. Fuera de discusión está el hecho de que se trata de una “paraciencia”,
es decir, su
campo de acción
está fuera del de la Ciencia
actual.
Dicha
ciencia contesta a la pregunta ¿qué es el hombre? Y lo hace de la siguiente
manera: el hombre no es ni bueno ni malo, sino que nace con determinado
potencial que le permitirá llegar a ser un “ser humano”, es decir, un ser que
puede llegar a amar a otro sin poner condición alguna, sin ese peligroso juego
del toma y del doy. Un ser que no espera recibir para dar.
Amar no
significa la posesión de otro ser: el amar no necesita un objeto al cual
aplicarse y necesariamente dominar.
El amor es la unión entre dos seres pero no termina con las diferencias
que existen entre ellos, ya que el ser es singularidad dentro de la unidad, y,
lo que es más importante, la singularidad no
puede
desarrollarse en un medio en el que el amor se encuentre ausente.
Ese es el
hombre, el ser que no solamente nace para constituirse en un componente del
sistema de producción, sino que es el ser que nace para amar y ser amado.
El
Pensamiento debe ser considerado como el otro elemento de la cultura. En él se
halla la finalidad del Reggae, que no es otra tarea que la liberación del
hombre de las cadenas que todavía lo oprimen.
A nivel
individual, es la búsqueda de tierra firme, dejando atrás todos los temores que
hacen al individuo inseguro de sí mismo.
A nivel de
la sociedad, es la búsqueda de una sociedad basada en la cooperación y que no
encuentra sentido alguno en esa competencia que abate tantas cabezas.
A nivel
internacional, es la búsqueda de la paz. Ello significa que la guerra ha de ser
vista como un momento de la
Historia que debe ser superado. El gran objetivo de la
pacificación a nivel planetario es la formación de una comunidad en la cual el
hombre sea un fin en sí mismo.
A nivel
universal constituye una nueva cosmovisión, en la cual el hombre no es el
tirano de la Tierra. No
ha de sentirse como el Rey de todas las criaturas que por poseer dicho título
hace tabla rasa con la ley. El Hombre es una criatura que debe integrarse y
ponerse bajo la ley, que no es otra que la Ley de la Naturaleza. Dicha
Ley permite tomar sólo LO NECESARIO Y NO AGREDIRLA NI DESTRUIRLA.
Del Arte del
Reggae, puedo decir que es su columna vertebral: de ella sale ese fluido que es
la esencia del hombre, es decir, su expresividad, su poder de autoidentificarse
y encontrarse a sí mismo dentro de ese intercambio que supone la comunicación.
Su arte
acuña un nuevo concepto de lo que son las relaciones interindividuales: de tal
modo impide que el individuo sea una isla perdida en el Océano. Su mensaje nos
propone la reconstrucción de dichas relaciones: dejemos de ver a nuestro vecino
como un extraño del que debemos desconfiar. En realidad de lo que debemos temer
es del sistema que tanto nos oprime y nos pone barreras con las cuales bloquea
nuestra expresividad, impidiendo encontrarnos a nosotros mismos. Vean que no
hablo en singular: el “Conócete a tí mismo” de Sócrates pasa a ser tarea de
toda la comunidad.
Debemos ver
a nuestro “vecino” como “otro ser”, pero como “otro ser” con las mismas
necesidades que mi “Yo”. Es decir, la ecuación propone que “el yo” sea igual al
“el otro”, y que ambos, en mutua cooperación satisfagan sus necesidades.
¿Cuáles son
dichas necesidades?
Comer,
dormir, vestirse, procrear, comunicarse y expresar la plenitud de su Ser.
Expresión y
libertad hacen una pareja inseparable. Libertad significa compromiso no
impuesto por una coacción externa; por el contrario es un compromiso que nace
del seno de la comunidad.
Expresión es
el continuo desarrollo del individuo dentro de una comunidad solidaria.
Expresión es
espontaneidad, entrega sin condiciones, entrar sin esperar el turno.
No hay
expresión sin Libertad, no hay libertad sin Expresión.
Esa es la
búsqueda del Reggae: el intento de hacer el reino de los cielos en la Tierra. Es la lucha por el
incremento de la Libertad
y de la Expresividad.
Así vemos
que los tres componentes de la cultura Reggae, o sea, la Ciencia, el Arte y el
Pensamiento, forman un todo orgánico, es decir que cada tejido no puede vivir
por sí solo, sino que depende del otro.
La célula y
el órgano constituyen un todo: son la continua búsqueda de libertad.”[1]
[1]Tajch, Marcel, La
Filosofía de
destrucción, impreso
en: Índice S. R. L., Montevideo,(Págs.
29 a 33)
Desde su comienzo nuestro Blog intenta ser un disparador que nos permita pensar y reflexionar con libertad sobre distintos temas, hoy recordaremos a los primeros pobladores de nuestra tierra, siempre olvidados y muy poco estudiados en nuestro sistema educativo.
¿QUIÉNES ERAN? Los Charrúas fueron unas de las étnias que poblaron lo que hoy es el territorio uruguayo y las cercanías de ambas costas del Río Uruguay, como ser las provincias argentinas de Entre Ríos, Corrientes y Buenos Aires desde hace unos 3.500 años.
Defendieron sus tierras de los españoles, y lucharon junto al Gral. Artigas por la independencia de la "Banda Oriental".
Además de los Charrúas, poblaban las tierras los Minuanes, Guenoas, Bohanes, Yaros y Chanáes entre otros, descendientes de los Pámpidos, que poblaron vastos territorios sudamericanos desde 9.000 añosantes de Cristo.
CARACTERÍSTICAS FÍSICAS Para describirlos físicamente, haremos mención a escritos de la época: Félix de Azara estuvo en América entre los años 1781 y 1801 y dice que los Charrúas son una pulgada más altos que los Españoles, ..." pero los individuos más igualados y bien proporcionados, sin que entre ellos haya contrahecho o defectuoso, ni que peque de gordo ni en flaco. Son altivos, soberbios y feroces; llevan la cabeza derecha, la frente erguida, y la fisonomía despejada. Su color se acerca tanto o más al negro que al blanco, participando poco de lo rojo. Las facciones de la cara, varoniles y regulares; pero la nariz poco chata y estrecha entre los ojos. Éstos algo pequeños muy relucientes, negros, nunca de otro color, ni bien abiertos. La vista y el oído doblemente perspicaces que los de los españoles. Los dientes nunca les duelen ni se les caen naturalmente, ni aún en edad muy avanzada, y siempre son blancos y bien puestos. Las cejas negras y poco vestidas. No tienen barbas ni pelo en otra parte, sino poco en el pubis y en el sobaco. Su cabello es muy tupido, largo, lacio, grueso, negro, jamás de otro color, ni crespo, ni se les cae; sólo encanece a medias en edad muy avanzada. La mano y pie algo pequeños y más bien formados que los nuestros; el pecho de las mujeres no tan abultado como el de otras naciones de indios". Dámaso Antonio Larrañaga refiere en 1813: ..."los ojos algún tanto oblicuos y no tan chicos como se ponderan; la cara más bien larga que ancha, la parte inferior del rostro estrecha y anchas las espaldas, la frente no muy chica, los dientes muy bien conservados y muy iguales; la boca y labios regulares, nariz un poco aguileña, pies y manos pequeños. En una palabra nada tienen de monstruosos ni deformes los hombres primitivos del país que ocupamos y que eran los verdaderos dueños de la campaña...". El naturalista D’ Orbigny dice en 1839: " ... Las formas de los Charrúas son, como las de los Puelches, macizas en extremo; siempre muy carnosos, no están empero sujetos a la obesidad, tan común en los Guaraníes. Sus hombros son anchos, su cuerpo proporcionado, sus miembros bien fornidos, sus manos y pies pequeños; las mujeres de las mismas proporciones, tienen el cuello bien hecho, el cuerpo ancho, sin que nunca la cintura sea mucho más estrecha que el resto del cuerpo. Los Charrúas tienen la cabeza grande y el rostro ancho; los pómulos algo salientes; la nariz bastante estrecha en la base: Hundida en esa parte, gruesa en la extremidad, de fosas anchas y abiertas; las cejas salientes; fuertemente arqueadas, con poco pelo; los ojos pequeños, negros, hundidos, tal vez algo cerrados, pero horizontales; los labios gruesos; la boca grande; los dientes hermosos y que jamás se caen; la barba rala...",..." sus cabellos son largos , negros, gruesos y lacios. El conjunto de sus facciones da al rostro un aspecto serio y a menudo feroz; se descubre raramente en sus jóvenes ese aire gozoso y abierto de algunas otras naciones...".
ALIMENTACIÓN Y VIVIENDA
Los charrúas traían de los Pámpidos su habilidad para la caza y la guerra, y aunque tuvieron enfrentamiento con los grupos que ya habitaban el territorio, no pudieron escapar del proceso de mestización, y de ese modo incorporaron alfarería, tallado y pulimentado de piedras y la navegación (de los guaraníes). El sistema económico de los Charrúas, se basó en la caza, recolección de productos agrestes, que completaron con la pesca. Se veían obligados a cambiar de lugar constantemente en busca de asegurarse su alimentación, según las estaciones del año.
Practicaban "la caza superior", "mayor" o también conocida por "caza a la distancia", tarea exclusiva de los hombres, para la cual utilizaban el arco y la flecha, venablos y boleadoras. Para ello se reunían en grupos, y cuando descubrían la presa en una ligera carrera trataban de capturarla, y a las fieras como pumas y jaguaretés, las enfrentaban en una "lucha cuerpo a cuerpo" en pleno monte o campo abierto. En grupos, usaban el lazo si el animal estaba furioso y revestía algún peligro, enlazándolo cada uno por un miembro y separándose luego. En esa posición, inmovilizado, se acercaba un indio y sin mayor riesgo lo mataba con una lanza mediana.
Cazaban guazú-birá, más conocido por venado (propio del Río de la Plata), guazú-pecú, guazú-ti, gatos monteses, liebres, pecarís, carpinchos, tatúes, mulitas, nutrias, aperiás, tortugas y lobos marinos, y hasta lagartos. También ñandúes, perdices, martinetas, etc, sin olvidar mariscos y crustáceos de agua dulce. Las mujeres y los niños recolectaban huevos de aves, frutas silvestres: pitangas, macachines, guayabas, burucuyá y raíces tiernas. Los cocos y los palmitos también eran de su preferencia. Es curioso hacer notar que los brotes de ceibo eran muy apetecidos por ellos y eran tan nutritivos que los Charrúas no necesitaban de otro alimento cuando eran perseguidos, y no podían detenerse para cazar. Las mujeres asaban la carne y los pescados que clavaban en el "palo asador", inclinado sobre las brasas y en el extremo superior libre. A los pescados también los desecaban sin sal abriéndolos al medio y oreándolos al sol. También se hicieron muy adictos al mate proveniente de la yerba que venía del Paraguay, que también se generalizó al gaucho, a los criollos en general, y hasta los habitantes del Uruguay al día de hoy. Sin embargo los Charrúas, en un principio bebían una mezcla de agua con yerba, la que mantenían en su boca masticándola y tragando solo el líquido con la escencia de la yerba. Posteriormente, se fué perfeccionando el modo de beberlo con el uso del mate y la bombilla. Antes de la colonización los Charrúas ubicaban su vivienda cerca de ríos y arroyos y en lugares que les asegurara una abundante alimentación natural.
En general, la vivienda consistía en una estructura simple de cuatro palos clavados en la tierra sobre los cuales colocaban travesaños horizontales. A los costados ataban esteras de juncos o totoras para protegerse del viento, y en épocas de frío y lluvia agregaban otras para formar un techo más bien plano.
Eran fáciles de armar y trasladar, dado que no tenían "paradero fijo". Cuando escaseaba la alimentación se mudaban a otro lugar más adecuado, por eso que la vivienda estaba de acuerdo a su tipo de vida trashumante.
Ya a partir del siglo XVIII, y con el aporte del ganado vacuno y caballar aparecieron las llamadas tolderías, en que se remplazaba las esteras por cueros, pero siempre mantuvieron alguna parte de su vivienda compuesta por juncos.
Con ramas arqueadas y cubiertas con cueros de buen tamaño, construían techos de toldos como bóvedas, alargados o redondeados.
VESTIMENTA
Cuando llegan los colonizadores se les encontraban desnudos en el verano, en los tiempos fríos se vestían con una especie de poncho que armaban con pieles de animales silvestres o salvajes, principalmente de venados, prenda que fué llamada Quillapì o Kiyapí, voz que en guaraní significa cuero de nutria. López de Sousa dice haberlos visto desnudos pero adornados con penachos y pintados con variados colores. Otro observador (hacia el 1658), que se llamaba Acarette du Biscay, dice que vestían un Quillapí desde el cuello hasta los talones, y se calzaban con un pedazo de cuero bajo los pies, atados con tiras a los tobillos. Las mujeres con la cintura cubierta y también la cabeza con juncos de variados colores, semejantes a un sombrerito.
Hombres y mujeres Charrúas usaban generalmente un vincha blanca (Benito Silva, 1825). Las mujeres completaban el atuendo con collares de cuentas o de valvas de moluscos de agua dulce y con zarcillos hechos con pedazos de plata o con cuentas unidas por un hilo. También llevaban plumas de ñandú en la cabeza.
Según Acevedo Díaz: ..."la vincha y las plumas las usaban atadas con un tiento, con el que se ataban el cabello, siendo las plumas de garzas o de avestruz".
Cuando las mujeres llegaban a la pubertad y tenían la primer menstruaciación se les pintaba en la frente tres rayas azules que caían verticalmente desde el nacimiento del pelo hasta el nacimiento de la nariz y les trazaban otras dos que les cruzaban las mejillas, transversalmente hacia ambos lados de la nariz.
SOCIEDAD
Sobre su higiene, a pesar de opiniones de Pernetty, de Azara, etc, sobre que nunca se lavaban y sus cuerpos despedian un olor desagradable, se acepta que solían bañarse y con mucha frecuencia en verano, tomándolo como un ejercicio placentero. Es evidente que traían la costumbre de sus ancestros que vivían al lado del mar, eran pescadores y habilidísimos nadadores, es muy probable entonces que sintieran la necesidad de tomar contacto con el agua frecuentemente.
La unión sexual entre los Charrúas eran tanto en forma de matrimonios monogámicos o uniones esporádicas y poligámicas (se trata de una poligamia especial, es decir, una mujer nunca tenía más de un marido, y cuando veían que su esposo tenía otra mujer lo abandonaban, apenas encontraban otro del que podían ser esposas únicas). Había mucha libertad para divorciarse, en ambos sexos, pero teniendo hijos, generalmente los matrimonios eran duraderos. En caso de adulterio, éste no tenía otra consecuencia máxima que algunos puñetazos que la parte ofendida aplicaba a los infractores, y esto solo si los apreciaba infragantemente.
Las madres criaban y enseñaban a sus hijos sin castigarlos; a las niñas los menesteres propios de su sexo para cuando fueran mayores y a los hijos los educaba mas bien el padre a quienes acompañaban en las cacerías y practicaban continuamente el manejo de lanzas, flechas y boleadoras.
Aunque cada toldería tenía un Cacique, y en casos de guerra se designaba un Cacique General a esos efectos, todas las demás desiciones y medidas de seguridad eran dadas por el Consejo de Familia, fuera de esto todos los Charrúas eran iguales, ninguno superior a otro, ninguno al servicio de otro. Los jefes de familia en caso necesario, se reunían al anochecer para designar los centinelas porque nunca olvidan esta precaución; si alguien tiene alguna idea o proyecto de ataque o defensa, lo comunica a los demás, que generalmente están escuchando, sentados sobre sus talones. Y he aquí un detalle significativo: si se aprueba el proyecto, ninguno está obligado a concurrir a la ejecución del mismo, ni aún la persona que lo ha propuesto, y tampoco hay ninguna pena que se les imponga a los que faltan.
Si tienen diferencias personales, o discuciones por algún asunto, lo arreglan en forma particular: se pelean a puñetazos hasta que uno abandona poniéndose de espaldas, y ya no se vuelve a hablar del tema, nunca en estos duelos hicieron uso de armas, y nunca trascendió que hubiera algún muerto producto de los mismos.
Han quedado pocos nombres de Caciques, sólo los más antiguos, tales como Zapicán, Abayubá, Tabobá, Magalona, etc, pero posteriormente tomaron la costumbre de adoptar nombres de personajes, tales como los Caciques Brown, Lecor, Rondeau, Sepé, Barbacena, etc. de quienes habían oído hablar.
COMPORTAMIENTO EN ÉPOCAS DE GUERRA DE LOS CHARRÚAS
Al principio, los Charrrúas se mostraron hospitalarios y amigos con los primeros expedicionarios europeos. Hay una carta de Diego García que se refiere a que un grupo que se llaman los "carrioses" (Charrúas), que hacen "muy buena obra a los Cristianos..., que allí nos dieron muchas vituallas que se llaman millo e harina de mandioca, e muchas calabazas, e muchos patos, etc., porque eran buenos indios, e aquí llegó Sebastián Gaboto, muerto de hambre en este tiempo que yo estaba allí, e los indios le dieron de comer...".
Posteriormente, cuando los españoles Gaboto, y Ortíz de Zárate intentan establecerse con fortines en nuestro territorio, ya los Charrúas van cambiando su talento amistoso porque se dan cuenta de que se quieren apropiar de sus tierras. Efectivamente era así, porque el Rey de España les daba a los conquistadores la propiedad de las tierras que descubriesen, sin tener en cuenta que ya tenían dueño.
En 1573, en San Gabriel, las fuerzas de Ortíz de Zárate, que venían a apresar a un soldado desertor, el cual había pedido protección a los Charrúas, se enfrenta con los mismos perdiendo cien soldados en la batalla. Es de hacer notar que los Charrúas le habían dado su palabra al soldado Español de que lo protegerían, y justamente por cumplir su palabra , los Charrúas es que se ven obligados a ese enfrentamiento sangriento que se llamó "Combate de San Gabriel". Al año siguiente llega Juan de Garay con más soldados y con caballos, y con esa ventaja de armamento y de equinos triunfan sobre los Charrúas , matando 200 de los principales Caciques, Zapicán y su sobrino Abayubá (de quien se dice que murió atravesado por espadas mientras mordía la rienda de un caballo, tratando de voltearlo) y a Tabobá, Añagualpo, Yandioca, Magalona, y otros. Véase que insólito el motivo de estas pérdidas de los Charrúas: cumplir con la palabra dada a un soldado del enemigo.
Dice Azara: "Cuando han resuelto hacer una expedición militar, ocultan a sus familias en los bosques, y envían a la descubierta cuando menos seis leguas por delante exploradores bien montados. Estos avanzan con las mayores precauciones, tendidos todo a lo largo sobre los caballos, como cada tanto se detienen para dejarlos pacer no usan brida, y solo le amarran a la mandíbula inferior una pequeña correa a la cual unen otras dos que le sirven de riendas. Hay que añadir a esto la ventaja de ver antes de ser vistos, en estas inmensas llanuras, porque su vista es muy superior a la nuestra...
Los indios exploradores despues de tomar los datos necesarios, parten a todo galope para avisar a los suyos; pero si han sido vistos huyen en la dirección contraria a la de su tropa, y no hay que pensar siquiera en alcanzarlos, porque sus caballos son mucho más ligeros que los nuestros.
En cambio, si no es así, reciben las noticias de los exploradores, se distribuyen en puntos escogidos para el ataque, y marchan lentamente. Tan pronto como están cerca, profieren grandes gritos, se dan sobre la boca golpes redoblados, se precipitan sobre el enemigo como un rayo, y matan a todo el que encuentran, no conservando más que las mujeres y los niños menores de 12 años. Estos prisioneros los llevan consigo y los dejan en libertad entre ellos. La mayoría se casan y se acostumbran a su género de vida, siendo raro que quieran dejarlo para volver con sus compatriotas...
Estas expediciones las hacen siempre antes del amanecer, pero atacan también en pleno día si notan que el jefe enemigo, tiene miedo o que hay desorden en la tropa. Además saben amagar falsos ataques, hacen fugas simuladas y preparan emboscadas; siendo cosa segura que ninguno de los que salen huyendo se les escapa. Felizmente, se contentan con una sola victoria, como el Jaguareté, y no se les ocurre aprovecharse de sus ventajas; sin esto acaso los españoles no hubieran podido extender su población por las llanuras de Montevideo".
Los flecheros eran guerreros especializados que desde muy jóvenes practicaban tanto a caballo como a pie, siendo los primeros que bajaban a enfrentar al enemigo, su número se redujo sensiblemente, y los dos últimos fueron avistados en 1833. Como se ha visto, los Charrúas brindaban un trato clemente a los enemigos que hacían prisioneros, mataban en lucha a sus adversarios, pero rescataban a las mujeres y niños que permanecían en la toldería de quien los recogía.
Para finalizar este tema, recordemos que Artigas, que convivió unos quince años con los Charrúas, proclamó en la Batalla de las Piedras: "Clemencia para los vencidos". . CREENCIAS
No tenían una religión semejante al Cristianismo, centrada en un Ser Supremo, creador del universo, pero aunque algunos cronistas de la época informaron que no tenían religión, sus ceremoniales fúnebres revelan que tenían creencias del más allá, aunque de éstas es muy poco lo que se ha sabido.
Es de hacer notar que tanto a sus muertos como a sus perros cimarrones, los enterraban en tumbas en las cimas de los cerros, en los "bichaderos", los que a veces fueron considerados erróneamente solo como lugares de vigilancia del enemigo.
Los enterramientos eran de poca profundidad, cubriendo el cuerpo con tierra, ramas, o piedras. Muchas veces ponían las boleadoras encima clavando la lanza del fallecido a un lado de la sepultura, y del otro lado dejaban el caballo atado a una estaca, porque suponían que el difunto emprendería un viaje, aunque sin explicitar a dónde.
ENTRETENIMIENTOS
El Gral. Díaz, que frecuentó a los Charrúas en su campamento del arroyo Arias, dice que: "aunque de índole feroz, eran por lo común de genio alegre y estaban contínuamente riéndose".
Ha quedado registrado algunas pantomimas de los Charrúas en 1784, donde imitaron un combate con los Guaycurúes, burlándose de ellos. Azara lo describió: "iban montados en pelo solo vestidos con un pequeño taparrabo, el pelo suelto, la cara pintada de blanco, armados con lanzas o flechas cortas, cuyas plumas sobresalían formando un arco de varios colores y apariencia verdaderamente hermosa. Su figura y talla arrogante y bella, sin comparación mejor que la de los Guaraníes (...) Aquí vi todo lo que es capaz de hacer un hombre a caballo en pelo y con un gran lanzón. Disparaban los caballos a la furia, los sentaban derepente y revolvían con agilidad indecible; en lo más violento de la carrera saltaban en tierra, y otra vez a caballo con la ligereza de un halcón, apoyándose en la lanza; a veces se echaban a un lado ocultándose de tal forma tras el cuello y cuerpo del caballo, que parecía que este corría solo".
Por el año 1830, en Montevideo, los Charrúas intervenían en cabalgatas o caballadas con características teatrales similares.
Sus diversiones juveniles comprendían las prácticas de cacerías, la simulación de esgrima con mazas, tiros de honda, de boleadoras, de flechas, y el manejo de lanza a pie y a caballo. Todas las prácticas citadas anteriormente los preparaban para la caza y la guerra.
Charrúas, Artigas e independencia
Probablemente quien mejor ha estudiado la afinidad entre Artigas y los Charrúas es el escritor e investigador uruguayo Carlos Maggi.
Esta buena relación se origina, según Maggi, en las acciones del legendario abuelo de Artigas, Juan Antonio, (1732- 1773), de quien dice: ... "que era él quien lograba entenderse con los infieles, yendo solo y gallardamente de toldería en toldería, para salvar a Montevideo, una y otra vez", (VER ANEXO 15, índice de "Artigas y su Hijo el Caciquillo", pág. 11).
En la misma obra se da a entender que Artigas a partir de los 14 años desaparece de su ambiente familiar y pasa a vivir relacionado con los Charrúas con quienes habríase dedicado a faenas rurales relacionadas con transportes de ganado. Por tradición oral los Charrúas ya recordaban el apellido Artigas, y por otra parte, José Gervasio, que convivió con su abuelo hasta que tenía 9 años, habría escuchado seguramente de sus labios varias veces comentarios de sus experiencias con los Charrúas en las misiones que se le habían encomendado.
De modo pues, que estos elementos son los que habrán allanado y favorecido una rápida integración entre Artigas y los indios. Desaparece de los censos de los diferentes pueblos para reaparecer 19 años después incorporándose al Regimiento de Blandengues, (VER ANEXO 16, ob. cit. Pág 69).
Rivera en lucha contra los Porteños en el paraje conocido por "Azotea de González", logra una importante victoria con la invalorable ayuda de la caballería Charrúa. Escribe Artigas a Miguel Barreiro respecto a esa batalla: "Algunos enemigos pagaron su obstinación con la muerte ante la intrepidez de la caballería Charrúa ", (VER ANEXO 19, ob. cit. Pág. 89)
Nos parece muy importante ilustrar con LAS PROPIAS CARTAS DEL GRAL. ARTIGAS, en las que se aprecia la consideración especial que le merecían específicamente los Charrúas; ya es conocido su concepto de que "ellos tienen el principal derecho", lo que ha sido citado en la fundamentación del Proyecto de Ley, pero vamos a agregar algunas citas:
Tomamos de la obra "JOSE ARTIGAS CONDUCTOR RIOPLATENSE 1811- 1820" de UNAM, selecciones de Roberto Ares Pons :
..."Cuando los indios se pasan del otro lado es por vía del refugio y no de hostilización. En tal caso ellos estarán sujetos a la Ley que V.S. quiera indicarles, no con bajeza y si con un orden posible, a que ellos queden remediados, y la Provincia con esos brazos más a robustecer su industria, su labranza y su fomento. Todo consiste en la sabias disposiciones del Gobierno. Los indios, aunque salvajes, no desconocen el bien y aunque con trabajo al fin bendecirían la mano que los conduce al seno de la felicidad, mudando de religión y costumbres....V.S. adopte todos los medios que exige la prudencia y la conmiseración con los infelices y hallará en los resultados el fruto de su beneficencia", ( Carta al Cabildo Gobernador de Corrientes, del 9 de enero de 1816, pág. 126, ANEXO 20).
Al señor Don José de Silva , Gobernador de Corrientes:
(...)" Igualmente encargo de usted que mire y atienda a los infelices pueblos de indios (...) yo deseo que los indios en sus pueblos se gobiernen por sí, para que cuiden de sus intereses como nosotros de los nuestros. Así experimentarán la felicidad práctica y saldrán de aquel estado de aniquilamiento a que los sujeta la desgracia. Recordemos que ellos tienen el principal derecho, y que sería una degradación vergonzosa, para nosotros, mantenerlos en aquella exclusión vergonzosa que hasta hoy han padecido, por ser indianos. Acordémonos de su pasada infelicidad, y si ésta los agobió tanto, que ha degenerado de su carácter noble y generoso, enseñémosle nosotros a ser hombres, señores de sí mismos. Para ello demos la mayor importancia a sus negocios. Si faltan a los deberes, castígueseles; si cumplen, servirá para que los demás se enmienden, tomen amor a la patria, a sus pueblos y a sus semejantes. Con tan noble objeto recomiendo a su V.S. a todos esos infelices. Si fuera posible que usted visitase a los pueblos personalmente, eso mismo les serviría de satisfacción y a usted de consuelo, al ver los pueblos de su dependencia en sosiego", (VER ANEXO 21, pág. 126 y 127).
Bien es cierto que sentimos un estremecimiento al repasar estas notas del prócer en relación con los Charrúas; el espíritu de justicia campea en ellas. No debemos olvidar entonces, por una razón de coherencia con lo anterior, que Vaimaca Perú fue un soldado Charrúa de su confianza, y podremos deducir sin dificultad cuál sería la opinión de Artigas si vuelto del más allá considerara que los restos de su leal servidor están al día de hoy, aún expuestos en una vitrina de un museo extranjero.
Es de gran importancia el símbolo del escudo de Artigas o de la Provincia Oriental autónoma de 1816 porque en forma algo encubierta figuran elementos propiamente charrúas. El principal de ellos, es que en vez de un sol, el escudo está coronado por "plumas de indios"; a la derecha observamos una lanza Charrúa; a la izquierda sobre la bandera de Artigas, podemos ver la mitad de un arco, y algo más abajo un carcajo con dos flechas.
Estos elementos, que habían permanecido sin la debida difusión, confirman la integración de los charrúas con Artigas y con la libertad de la Provincia. No olvidemos que la libertad era el principal valor en la vida de los charrúas, y el emblema de este escudo dice "CON LIBERTAD NI OFENDO NI TEMO".
Es fundamental que se conozcan estos secretos que están insertados en la figura del escudo. Ellos, por provenir del mismo Artigas, nos dejan la absoluta convicción de la afinidad que hemos mencionado con los Charrúas más que cualquier relato de dudosa procedencia.
Salsipuedes: El exterminio
La siguiente es una respuesta del Lic. José Eduardo Picerno a una pregunta de si existen indígenas en el Uruguay.
"La realidad es que ya no existen indios autóctonos en el Uruguay y desde hace casi 100 años.
La principal etnia, los charrúas, no se insertaron a la vida social y política de la nueva República, cuya constitución, la Uruguaya, es original del año 1830.
Incluso en 1831, mediante engaños, se atrajo a la mayoría de los charrúas a un lugar conocido como "Salsipuedes" y allí, unos 1.200 hombres a las órdenes del Presidente de la República, mataron a 150 guerreros charrúas, huyendo unos 100, que quedaron dispersos, y tomando prisioneros a los heridos, a todas la mujeres y niños que estaban esperando algo alejados de la batalla, si puede llamarse así.
Estas fuerzas estaban compuestas por 2 batallones de indios guaraníes (procedentes del Paraguay y de las Misiones jesuíticas, y mercenarios del ejército uruguayo, por un batallón de brasileños dueños de campos, al mando de Rodríguez Barbosa, y otro de argentinos al mando de Juan Lavalle, y finalmente el ejército uruguayo al Mando de Fructuoso Rivera, el Presidente.
El motivo invocado por el gobierno era que los charrúas invadían tierras que ya estaban adjudicadas y los dueños presentaban innumerables quejas al Gobierno recién constituido. Los charrúas eran nómadas, cazadores, siempre lo habían sido, desconocían o no practicaban la agricultura y por eso se movían de aquí para allá, creyendo y manteniendo su idea de que la tierra era de ellos (la habitaban desde hacía cerca de 3.500 años), y no sometiéndose a los deseos de los mandantes, ni a los de los religiosos. No se bautizaron, pero dejaron muchos descendientes, porque como se ha dicho, sobrevivieron la mayoría y fueron obligados a mezclarse con otras razas, principalmente blancos.
Sin embargo, algo bueno se hizo , fue un reglamento de que quienes adoptaran niños charrúas deberían educarlos, cristianizarlos, enseñarles un oficio y a los 18 años se les dejara libres. Muchos de ellos quedaron en la capital, pero la mayoría volvieron al campo a trabajar en estancias en tareas ganaderiles.
Hay entre 300 mil y 1 millón de descendientes de Charrúas,o de la "Nación Charrúa" como también se la llamó, pero como Ud. verá se produjo un "etnocidio" es decir se liquidó la etnia, ya nunca más se unieron en parejas charrúas puros.
Pero por suerte no fue genocidio, como en otros países de América se hizo con los indios nómades y cazadores, matando a todos, incluidos niños y mujeres. Se han mantenido en América más bien los agricultores sedentarios o los que se han avenido a adoptar las costumbres de los gobiernos independientes una vez que se establecieron, que fueron a veces más crueles que los propios españoles.
En concreto, no hay más indios en Uruguay, pero sí descendientes, y muchos. Han quedado algunas costumbres de ellos principalmente en lo que tiene que ver con sus tareas de campo, la caza, el dominio del caballo, y ciertos valores morales como el amor por la libertad, el cumplimiento de la palabra, la solidaridad, la hospitalidad y otros que iremos investigando en la página de "Los charrúas del Uruguay"
Sin más se despide de Ud. atte.
Lic. José Eduardo Picerno"
A continuaciòn veremos un video documental preparado por la televisiòn brasileña "Os ultimos Charruas".
Tambièn podremos observar el documental muy interesante que nos harà reflexionar realizado en nuestro
paìs "Los Charrùas en el Uruguay" dividido en tres partes.
Uno de los filósofos españoles de la primera mitad del siglo XX que más influencia han ejercido en España y fuera de ella. Con un estilo literario, lleno de metáforas y frases ingeniosas, pretendió hacer filosofía en un lenguaje próximo al del Quijote, lo que le permitió llegar al público en general (a un «público culto», suele decirse). Nació en Madrid en 1883 en el seno de una familia acomodada de la alta burguesía madrileña vinculada al periodismo y a la política (un burgués, no obstante, con afanes y tendencias aristocráticas, como puede comprobarse a lo largo de su vida y obra). Su padre, José Ortega Munilla, fue director de El Imparcial, periódico fundado por su abuelo materno, Eduardo Gasset y Artime, y en el que Ortega colaboró intensamente. Su vida está profundamente ligada al periodismo, a la política, a las actividades editoriales, y ocupó un lugar muy destacado en la vida intelectual española durante la primera mitad del siglo XX.
“Historia como sistema” Madrid, Revista de Occidente, 1958, Cap. I, pág.34 y sgte.
La vida humana es una realidad extraña, de la cual lo primero que conviene decir es que es la realidad radical, en el sentido de que a ella tenemos que referir todas las demás, ya que las demás realidades, efectivas o presuntas, tienen de uno u otro modo que aparecer en ella.
La nota más trivial, pero a la vez la más importante de la vida humana, es que el hombre no tiene otro remedio que estar haciendo algo para sostenerse en la existencia. La vida nos es dada, puesto que no nos la damos a nosotros mismos, sino que nos encontramos en ella de pronto y sin saber cómo. Pero la vida que nos es dada no nos es dada hecha, sino que necesitamos hacérnosla nosotros, cada cual la suya. La vida es quehacer. Y lo más grave de estos quehaceres en que la vida consiste no es que sea preciso hacerlos, sino, en cierto modo, lo contrario –quiero decir que nos encontramos siempre forzados a hacer algo, pero no nos encontramos nunca estrictamente forzados a hacer algo determinado, que no nos es impuesto este o el otro quehacer, como le es impuesta al astro su trayectoria o a la piedra su gravitación. Antes que hacer algo, tiene cada hombre que decidir, por su cuenta y riesgo, lo que va a hacer. Pero esta decisión es imposible si el hombre no posee algunas convicciones sobre lo que son las cosas en su derredor, los otros hombres, él mismo. Sólo en vista de ellas puede preferir una acción a otra, puede, en suma, vivir.
De aquí que el hombre tenga que estar siempre en alguna creencia y que la estructura de su vida dependa primordialmente de las creencias en que esté y que los cambios más decisivos en la humanidad sean los cambios de creencias, la intensificación o debilitación de las creencias. El diagnóstico de una existencia humana –de un hombre, de un pueblo, de una época- tiene que comenzar filiando el repertorio de sus convicciones. Son éstas el suelo de nuestra vida. Por eso se dice que en ellas el hombre está. Las creencias son lo que verdaderamente constituye el estado del hombre. Las he llamado “repertorio” para indicar que la pluralidad de creencias en que un hombre, un pueblo, o una época está no posee nunca una articulación plenamente lógica, es decir, que no forma un sistema de ideas, como lo es o aspira a serlo, por ejemplo, una filosofía. Las creencias que coexisten en una vida humana, que la sostienen, impulsan y dirigen son, a veces, incongruentes, contradictorias o, por lo menos, inconexas. Nótese que todas estas calificaciones afectan a las creencias por lo que tienen de ideas. Pero es un error definir la creencia como la idea. La idea agota su papel o consistencia con ser pensada, y un hombre puede pensar cuanto se le antoje y aun muchas cosas contra su antojo. En la mente surgen espontáneamente pensamientos sin nuestra voluntad ni deliberación y sin que produzcan efecto alguno en nuestro comportamiento. La creencia no es, sin más, la idea que se piensa, sino aquella en que además se cree. Y el creer no es ya una operación del mecanismo “intelectual” sino que es una función del viviente como tal, la función de orientar su conducta, su quehacer.
Escrito por Seraextraìdo textual de elvuelodeantares.com Es seguramente el hombre un animal de costumbres, y cuando se acostumbra a un ritmo, le cuesta cambiar el paso. Nuestro refranero tiene ejemplos bastante claros en ese sentido; ¿quién no ha oído eso de que más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer? Es bastante cierto que uno se acaba acostumbrando a la rutina, por eso a la hora de enfrentar nuevos proyectos, de abordar nuevas perspectivas, quien más y quien menos tiene sus reticencias, sus miedos quizá. Seguramente Platón expresó esta misma idea de una forma más literaria en el Mito de la caverna, cuando venía a decir que aquellos hombres que habían permanecido atados durante toda su vida en el fondo de la caverna viendo sombras, harían sin embargo cualquier cosa para evitar que alguien los desatara y les obligara a salir en busca de un mundo nuevo y más real.
Hago esta reflexión porque quiero pensar que no debió ser nada fácil para el hombre de finales de la Edad Media asimilar que la visión del mundo que había estado vigente durante buena parte de la misma, se venía casi literalmente abajo. La vieja física aristotélica era cuestionada y poco tiempo después claramente superada por pensadores como Copérnico y Galileo.
Resultaba ahora que el modelo aristotélico-ptolemaico aparecía como erróneo. La tierra ya no era el centro del universo, ni tampoco estaba quieta. Fueron seguramente muchos los obligados a dejar las sombras de la caverna y afrontar con sus entumecidos ojos la nueva luz que empezaba a iluminar el mundo. Pero eso no era tarea fácil.
Es evidente que había intereses en contra del nuevo modelo. A la Iglesia le interesaba infinitamente más un escenario en la que la tierra era el centro del universo, y por ende, de la Creación. Pero es indudable que también hay mucho de lo que hemos apuntado antes: cuesta asimilar que aquello en lo que se creía firmemente no es como uno pensaba.
En un acontecimiento tan relevante desde el punto de vista del conocimiento humano, como es un cambio de paradigma, es decir, un cambio en la forma de ver el mundo y de entender la ciencia, hay mucho intelectual que se queda necesariamente por el camino; es decir, ante un cambio de paradigma, el desconcierto y, como consecuencia, el escepticismo, son consecuencias poco menos que inevitables.
Pensemos que ya en el siglo XVI aparecen escépticos relevantes como pueden ser Michel de Montaigne o Francisco Sánchez. Pero de alguna forma se puede afirmar que si hay una época que acusa ese golpe a la vanidad del hombre, es sin duda el siglo XVII, el siglo del Barroco.
Es el Barroco una época de desconcierto, de duda, de no saber muy bien a qué atenerse y por tanto, de pesimismo. Salvo la fugacidad de la vida ̶ que deberá, en consecuencia, ser bien aprovechada y la rápida llegada de la muerte con su receta equitativa ̶ poco más es seguro. Según Calderón la vida es sueño, pero claro, los sueños… sueños son. Como vemos éste es un tema propio de la época, y la filosofía ha de enfrentarse a él con uñas y dientes, o si queremos, razón y experiencia.
La filosofía ha tenido que ver cómo en ese momento la ciencia se convierte en un saber rutilante que alcanza cotas que están muy lejos de sus posibilidades. Es verdad que intenta seguir el camino de la ciencia, pero eso no es nada fácil y además está ese problema del desconcierto, de la duda, del miedo a equivocarse, que necesariamente ha de hacer mella en un saber que se las ha de ver cara a cara con la totalidad de lo real; un saber que tiene como misión encontrar para el hombre ni más ni menos que un lugar en el mundo, orientarlo. Justamente eso que ahora, más que nunca, la filosofía no está muy segura de poder hacer.
Precisamente por todo eso la filosofía parece replegarse sobre sí misma, y entiende que tiene una tarea primordial que cumplir: el análisis y estudio de nuestro conocimiento. No me atrevo a decir que renuncie al conocimiento del mundo, pero sí parece cierto que, antes de eso, es necesario saber cómo, cuánto y en qué medida conocemos.
Y, en esas, nos encontramos a Descartes, atormentado por la duda y buscando un método que nos permita, como hombres en plena oscuridad, caminar despacio, muy despacio, pero seguros.
El método que Descartes va a utilizar toma como modelo las matemáticas y la deducción. Parece heredero, en ese sentido, del método de Euclides, y la idea sería deducir los conocimientos a partir de unas primeras verdades ciertas e indudables. Pero, como venimos diciendo, verdades indudables tenemos pocas; lo que si tenemos es dudas, muchas. Y aquí, Descartes, con fina habilidad, decide hacer un poco de la necesidad virtud, y utiliza la duda para acabar con ella. Esto quiere decir que la duda en Descartes se convierte en un momento del método, es decir, Descartes va a dudar, y mucho, todo lo que pueda; pero lo va a hacer para ver si consigue encontrar alguna verdad que escape de esa duda, y la utilizará como punto de partida en el proceso de deducción.
Y aquí quería llegar yo, a la duda. Porque, a pesar de lo que decíamos, en el sentido de que, paradójicamente, la misión de la duda parece ser encontrar una verdad, cuando uno se pone a pensar con calma en el desarrollo de esa duda por parte de Descartes, decir que se ponen los pelos de punta es poco, porque el francés (y es que hay que ver cómo son estos franceses) se suelta unos interrogantes filosóficos que hacen falta arrestos de verdad para ir a por ellos.
Por simplificar el asunto ̶ y a partir de aquí también digo que me perdonen los puristas por tantas y tantas cosas ̶ Descartes desarrolla la duda en tres niveles básicos. El primero de ellos consistiría en dudar de las falacias de los sentidos.
Descartes era un filósofo racionalista, y para él la razón es la única fuente fiable a la hora de alcanzar el conocimiento. El pensador francés era muy consciente de que los sentidos nos engañan a menudo; y de ahí que recurra a ellos lo menos posible en sus deducciones, y cuando lo hace se asegura de que sus datos puedan tener como garante de los mismos a la razón. Hoy, varios siglos después, con los nuevos avances en el estudio de la percepción y del cerebro, sabemos que lo que decía el francés tiene mucho sentido. No es ya que nuestros sentidos nos engañen, cosa que evidentemente hacen de vez en cuando (todos hemos creído alguna vez ver u oír cosas que al final no estaban ahí, o no eran como habíamos pensado). Pero decía que no es ya sólo el hecho de que los sentidos nos engañen, sino que nuestro desarrollo perceptivo provoca que captemos el mundo de una manera totalmente distinta a como lo hacen otra especies. En realidad no hace falta recurrir a otras especies, sino que entre los mismos seres humanos se dan diferencias más que significativas en este contexto. Pensemos por un momento en los sinestésicos. Son personas que nacen con la capacidad de unir sensaciones o de entrelazar los sentidos. Para ellos es normal ver colores cuando escuchan música, o sentir figuras geométricas al comer. Otros perciben sabores cuando oyen palabras. Hay, por cierto, muchas más formas de sinestesia.
La pegunta que nos surge es inevitable. ¿Cómo ven el mundo los sinestésicos? ¿Su mundo, su realidad, es como la nuestra? Evidentemente no; pero ya estamos aquí en un problema filosófico por excelencia y que no tiene una solución sencilla. ¿Cuál es la verdadera realidad? ¿La que vemos nosotros, o ellos? El problema puede complicarse mucho más si lo deseamos. Existe una mutación que se da en algunas mujeres, no en hombres, y que se conoce con el nombre de tetracromía. Son mujeres que perciben cuatro colores básicos y no tres como la mayoría de nosotros. Sería fascinante ver el mundo por un tiempo como lo ven ellas, con una riqueza de colores y matices infinitamente superiores a los nuestros. Para ellas es normal, porque han nacido así. Pero si nosotros pudiésemos ver el mundo como lo ven ellas, fliparíamos en colores (nunca mejor dicho). Puede que alguien me diga, y tendría razón, que para Descartes los colores son cualidades secundarias, subjetivas por tanto, y que él contempla como objetivas sólo las cualidades primarias, a saber: extensión y movimiento. Es cierto, pero nosotros no podemos quedarnos en eso, tenemos que hablar de nuestra forma de percibir el mundo, y por otra parte, siendo honestos, también habría que reconocer que los sentidos pueden engañarnos a la hora de percibir una determinada figura geométrica, o a la hora de saber que algo se está moviendo.
Pensemos un poco en lo que hemos planteado hasta aquí muy someramente. Hay personas que no perciben el mundo como lo hacemos la mayoría de nosotros. Los animales por supuesto tampoco. Hay aves y otros animales que tienen visión tetracromática. Las abejas, según dicen, no perciben el rojo, pero sí parte del ultravioleta. Esas flores que llaman su atención aparecen como totalmente distintas a su sistema perceptivo.
También sabemos que los animales pueden oír frecuencias que nosotros no captamos. La cuestión ya la planteamos antes: de entre todas estas “realidades” ¿cuál es la verdadera? O lo que es peor, ¿hay alguna de la que podamos decir que lo sea?
A lo largo de todos los tiempos, los hombres de las sociedades prehistóricas o primitivas (sin escritura) se han organizado de muy diversos modos. Existen dos grandes teorías para explicar el porqué de esta variedad. Teorías en conflicto
La primera, defendida por antropólogos como A. Gilman o C. Tilley, supone que los primeros estados aparecieron por una saturación de las agrupaciones primitivas igualitarias. Estos estados, enclavados en zonas geográficamente limitadas (valles entre montañas, por ejemplo), no pudieron compensar el aumento de su población mediante un aumento de la producción de alimentos. Esto produjo una importante crisis que obligó a controlar la producción mediante un complejo sistema de alianzas cuya cúspide coronaba el rey y jefe militar.
La segunda teoría, defendida por autores como E. Service y M. Fried, dice que el paso de una organización simple a otra más compleja se produjo de manera natural (por evolución natural). Según esta teoría, en un primer estadio existían las organizaciones más simples, las bandas, formadas por pequeños grupos nómadas, unidas por el parentesco y sin jerarquía social. Después, gracias a la aparición de la agricultura y el pastoreo, nacieron las tribus, un nuevo estadio natural.
Un segundo grado, pues, lo ocuparon las tribus con una economía productora. Dentro de las tribus, los individuos se dividían en pequeños linajes de parentesco con jefes ocasionales de cargo no hereditario, basado en el prestigio (big men). Las tribus se asentaron de manera estable con viviendas aisladas o agrupadas en pequeños poblados.
En un tercer estadio se formaron las jefaturas cuya organización social aún se basaba en el parentesco con una jerarquía de linajes según la cercanía a antepasados comunes. En esta fase, el clan de mayor prestigio lo representaba el jefe o cacique que acumulaba los excedentes para repartirlos entre sus familiares. En el momento en que los jefes acumulaban grandes excedentes podían mantener a los artesanos para que les proporcionasen productos de prestigio para intercambiar con otros jefes.
En un cuarto estadio apareció el estado como evolución natural de las jefaturas. Los reyes de estado tenían un mayor poder que los caciques de las jefaturas y podían imponer una legislación y utilizar la fuerza militar. Su área de influencia era mucho mayor. Con el estado apareció una nueva agrupación de viviendas, la ciudad, y con ella, el urbanismo.
El orgullo de dar
En algunas tribus primitivas se utiliza un sistema de regulación social curioso: el moka o potlatch, basado en el intercambio de bienes. Por ejemplo, entre los caciques o big man de Papua Nueva Guinea se celebra una serie de donativos cruzados entre rivales. El juego comienza cuando un big man da un regalo, generalmente cerdos, a otro big man al que desea superar socialmente. Cuando el segundo recibe el regalo, queda en deuda y tiene unos años para superar la cuantía de la primera donación y devolverla al primero. Al devolverla, la deuda se mantiene hasta que uno de los big man rivales no puede superar la cantidad. El perdedor queda definitivamente relegado a una posición social inferior a la de su contrincante.
El big man que efectúa el regalo ha reunido su donativo a través de pequeños canjes con sus seguidores, por lo que su riqueza también depende del prestigio social entre su comunidad. De este modo, hay seguidores que, por el motivo que sea, pueden decidir canjear sus bienes con el rival de manera que fortaleciendo a uno debilitan al otro.
En el caso del potlach, los regalos se realizan en el decurso de una fiesta donde se evidencia la riqueza del anfitrión. Generalmente las fiestas se celebran con ocasión de eventos familiares como el nacimiento de un niño.
“Nuestro papel parece limitarse a pedir créditos y comprar cosas que no necesitamos” así casi comienza el documental que habla sobre cómo las Empresas desde 1920 prepararon el terreno para llevarnos a ser hoy lo que somos: una sociedad de consumo y derroche. Y consumo.
Nuestra sociedad está dominada por una economía de crecimiento cuya lógica no es crecer para satisfacer las necesidades sino crecer por crecer.
Obsolescencia Programada:el deseo del consumidor de poseer algo un poco más nuevo un poco antes de lo necesario.Los Fabricantes desde 1920 acordaron acortar la vida útil de los productos para aumentar las ventas. Desde el inicio de la Revolución Industrial se buscò cómo generar más dinero, con menos esfuerzo y como llevar al consumidor a poseer el producto que las Empresas deseaban: producir . Se tuvieron que crear productos más frágiles, menos duraderos y que se volvieran obsoletos antes de lo previsto incluso.
“¡Está calculado! Terminás de pagar un producto, y ya no sirve!” Una frase en la famosa obra de teatro y película de los años 40: La muerte de un Viajante. Usar y descartar. Pero: ¿es posible una sociedad de consumo sin la Obsolescencia programada y el impacto que tiene en las economías personales y en el medio ambiente?
¿Cuántas veces has pensado que los celulares cada vez duran menos? ¿No te planteás cómo es posible que la batería de tu cámara de fotos se haya estropeado y no exista manera humana de encontrar otra en el mercado, si sólo hace un año que la compraste? Alguien está ganando mucho
a nuestra costa y Cosima Dannoritzer te lo cuenta todo en el documental que dirigió: ‘Comprar, tirar, comprar’, que podremos ver a continuación.
Chips que se instalan en productos electrónicos para limitar su uso, baterías programadas para una duración límite de un año, medias que se estropean a los cinco lavados… ¿No te planteaste por qué las cosas ya no se hacen como antes? El problema es que existe una práctica empresarial conocida como obsolescencia programada, que consiste en la reducción deliberada de la vida útil de los productos para incrementar su consumo.
La práctica de la obsolescencia programada comenzó a realizarse en los años veinte cuando las principales fábricas de bombillas pactaron en secreto que la vida útil de sus productos debería reducirse de 2.500 a 1.000 horas para multiplicar sus ventas. Según lo afirma Cosima Dannoritzer, directora del documental: “esta práctica empresarial se ha convertido en la base de la economía moderna, a pesar de las terribles consecuencias medioambientales de un sistema que genera toneladas de residuos inútilente“.
A continuación los dejo con el documental, cuya duración es de aproximadamente 52 minutos. Espero les agrade
se tomaron fragmentos de artìculos publicados por latenteblog.y humanismoyconectividad.