jueves, 27 de octubre de 2011



BIOGRAFIA

JOSÉ LUIS REBELLATO (1946 - 1999)

José Luis nació en la ciudad de Canelones, capital del departamento del mismo nombre, primer hijo de una familia católica. A los 14 años inició sus estudios en el Seminario de los Salesianos. Se graduó en Estudios Superiores de Filosofía en la Pontificia Universidad Salesiana de Roma donde su maestro, Giulio Girardi, lo introdujo en una teología comprometida y en un marxismo crítico gramsciano. José Luis encontró allí el compromiso que nunca abandonaría y se formó en el análisis riguroso, el estudio sistemático y permanente que siempre lo caracterizarían.
Su vuelta al Uruguay coincidió con el período de auge del movimiento popular y la derrota que significó la dictadura militar, y fue allí, en medio del dolor, la represión y la búsqueda, que se introdujo de lleno en la Educación Popular hasta ser el más reconocido educador popular de nuestro medio.
José Luis era el encargado de la Pastoral Juvenil en la ciudad de Melo, pero fue suspendido en sus funciones y se fue a vivir a un pequeño y pobre barrio de la periferia, donde realizó una experiencia de vida que lo marcaría para siempre. Sin la protección de la Iglesia, en medio de la pobreza, con la represión en aumento y sin referentes políticos, hubo de reconstituir y reconstruir su vida entera, su razón y su corazón. Y así lo hizo, saliendo fortalecido de la experiencia.
Del grupo de jóvenes que José orientaba, varios fueron a la cárcel y el exilio, José, a Montevideo, donde fue docente de filosofía en un colegio. Conoció la persecución, la represión y el dolor de la dictadura, había tenido que alejarse de la orden Salesiana por discrepancias, estuvo detenido en el Cilindro por rebelde y coherente, había sido despedido del liceo donde dictaba clases de Filosofía porque no tenía le fe democrática . Ingresó como administrativo a Conaprole, donde fue propulsor de la AOEC (Asociación de Obreros y Empleados de Conaprole), compañero, dirigente y educador de jóvenes militantes. Vivía en un ranchito en Sayago, conoció a Ana María Rosas con la que formó una familia, hiizo suyos sus hijos: Marcelo, Fabricio y nació Felipe.
Se entregó de lleno a la militancia desde la perspectiva de la educación popular, donde encontró referentes pero nunca recetas. Su esfuerzo permanente era la lectura de nuestra realidad, la búsqueda de caminos para desarrollar una forma organizativa, participativa y democrática, donde los procesos pedagógicos fueran eje de una acción transformadora. En medio de las circunstancias más adversas, jamás dejó de formarse, de leer, de buscar, de escribir, de crear, de preguntarse, pero tampoco perdió nunca la esperanza, la profunda convicción de que valía la pena jugarse.
Conocí a José en el año 1981 cuando ingresó al CIDC (Centro de Investigaciones y Desarrollo Cultural); nosotros estábamos buscando un asesoramiento socio – político porque veíamos que nuestras prácticas se estaban limitando a micro procesos y nos costaba tener una visión global. Veníamos de varios años de resistir la dictadura desarrollando programas de promoción en cantegriles y empezábamos a trabajar con alguna cooperativa de vivienda por ayuda mutua y en los incipientes asentamientos.
Llegó, alto, encorvado, con su infaltable boina, su hablar sencillo y su escuchar atento, tímido detrás de sus gruesos lentes, siempre con su cuaderno registrando lo que se decía, para luego, mágicamente, devolverlo enriquecido, dándole sentido y proyección. Cristina Oholeguy lo propuso y José se integró al equipo. Siempre puntual, informado, riguroso y sistemático, nos deslumbró con su bagaje teórico, nos desafió con su práctica comprometida, nos contagió con su esperanza construida, nos regaló su amistad sincera. Y él se enamoró para siempre de la Educación Popular.
Sus propias palabras son elocuentes: “Mi recorrido personal estuvo ligado, como muchos de nosotros al tema de la dictadura. Sufrí el golpe de estado como un quiebre en el que te quedabas sin espacio político. Ahí me empecé a interesar más en Paulo Freire. Me recuerdo que sus libros eran considerados como idealistas por la izquierda. Lo eran, él mismo lo dice. Pero la izquierda lo había etiquetado, condenado porque alejaba de lo político. Se juntaron (en mi) el vacío en lo político, el encuentro con Paulo Freire, el trabajo juvenil que desarrollaba en Melo y el contacto con la gente del barrio para empezar a hacer algo de Educación Popular, durante 1972 y 1973 ” .
Cuando ingresa al Centro de Investigación y Desarrollo Cultural (CIDC) en 1982, inicia un fecundo e ininterrumpido período de producción teórica, investigación, docencia y práctica social. Son innumerables las actividades desarrolladas: promoción en barrios, formación en el movimiento obrero (tanto en la Escuela de formación sindical de la central de trabajadores como en el movimiento de Obreros de Acción Católica), asesor de instituciones, de Ongs., consultor de organizaciones sociales. Su producción teórica no sólo es abundante sino enriquecedora, pautada por una rigurosidad extrema, por una preocupación didáctica, por una clara orientación crítica y liberadora.
Pero José Luis fue sobre todo un educador, docente y pedagogo, en todos los ámbitos, académicos o no, con estudiantes, trabajadores, vecinos, jóvenes, mujeres, regalaba sus cursos, talleres y seminarios, clases que podían ser magistrales, pero eran profundamente participativas y enormemente disfrutables. Su increíble empatía, su sensibilidad, le permitían desarrollar los temas y autores más complejos con total claridad, sin perder en calidad, rescatar el saber del grupo, ser un disparador del potencial existente, entablando una relación dialógica de producción de conocimiento. La praxis educativa se convertía en una experiencia gratificante de aprehensión del saber, de producción y creatividad. José Luis fue un educador popular.
En 1985 los uruguayos recuperamos la democracia, chueca y malherida, pero entre otros logros, las puertas de la Universidad se abren para los destituidos, y José Luis concursa y accede al Instituto de Psicología, a la Escuela Universitaria de Servicio Social, a la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, abordando diversas Cátedras: Ética, Historia de las Ideas, Filosofía, Antropología Filosófica y desarrollando Talleres y Seminarios de Investigación Participativa, Cultura Popular. Sus aulas siempre llenas de estudiantes de todas las facultades y orientaciones porque su pensamiento crítico y latinoamericano, su preocupación por producir conocimiento desde la propia Universidad lo transformaron en un docente querido e inolvidable para muchas generaciones de estudiantes comprometidos. Por eso y en forma honoraria se dedicó al trabajo de Extensión Universitaria, dictando cursos de verano en todo el interior del país, con estudiantes y vecinos, incansable y riguroso.
En la Universidad, alcanzó el grado de investigador y docente en los Departamentos de Filosofía de la Práctica y de Historia y Filosofía de la Educación, en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad de la República. Integró el Equipo de Dirección del Programa de Aprendizaje y Extensión (Apex-Cerro) de la Universidad.
La década del 90 fue la de las mayores realizaciones porque la muerte lo encontró en su plenitud. El triunfo del Frente Amplio en las elecciones municipales desató un proceso de democratización del poder a partir de la implementación de la descentralización y participación popular en la gestión de Montevideo. Desde PRAXIS, acompañamos el proceso de organización, capacitación y formación de los vecinos de la ciudad, desarrollando Programas de Formación Ciudadana, Investigaciones Participantes, procesos con jóvenes interesados en formas alternativas de comunicación, sistematizaciones.
En 1990 se crea la Multiversidad Franciscana para América Latina y José Luis se integra como Coordinador de la Maestría de Educación Popular, investigador y docente. Desde allí despliega un permanente trabajo de formación de educadores populares, continúa los contactos y vínculos internacionales a través de CEAAL (Consejo de Educación de Adultos de América Latina), integrando diversas redes y desarrollando actividades docentes y colaborando en publicación a nivel de toda Latinoamérica.
Su actividad militante en el último tiempo, estuvo vinculada a las organizaciones de Derechos Humanos, al movimiento obrero y estudiantil, al proceso de descentralización y participación popular en la ciudad de Montevideo y dando respuesta a múltiples solicitudes de formación de grandes y pequeñas organizaciones populares.
Para las y los educadores populares, José Luis fue un maestro, nos aportó sustento teórico , pero fundamentalmente, fue quien nos enseñó que la práctica sin teoría es activismo y que la mera teoría es academicismo, fue quien orientó nuestra formación, referente obligado en toda Latinoamérica.
Durante 19 años tuve el privilegio de trabajar junto a él, primero fue mi asesor, luego fue mi compañero de tantos talleres, proyectos y militancias. Nos fuimos haciendo amigos, compartiendo dificultades y alegrías, sufriendo decepciones y festejado triunfos. Me viene el recuerdo de su cumpleaños número 50, Ana María organizó una fiesta “sorpresa” en el Centro de Protección de Choferes. Era al aire libre y hacía un frío de novela, pero fuimos con ganas, amigas y amigos, cantamos, bailamos y tomamos vino y no sentimos el frío; me reconforta saber que él supo cómo lo queríamos.
Su producción teórica ha sido muy amplia, sus libros publicados: Ética y Práctica Social (1989), Neoliberalismo, conflicto Norte-Sur, Liberación (1995); coautor deÉtica de la Autonomía (1997) y de Democracia, Ciudadanía, Poder. Desde el proceso de descentralización y participación popular (1999).
Me gustaría poder contarles a quienes no lo conocieron y recordar con quienes sí lo hicieron, el maravilloso ser humano que fue José Luis. Supo combinar el compromiso inclaudicable, el brillo intelectual y la rigurosidad académica con la tierna bondad, la terca esperanza y la sencilla solidaridad. Sus temas centrales reflejan sus preocupaciones: la necesidad de fundamentar un pensamiento crítico latinoamericano, la denuncia del neoliberalismo, la búsqueda de la justicia, la coherencia entre teoría y práctica en todos los ámbitos y la ética como soporte de una inquebrantable esperanza en la humanidad.
A fines de setiembre de 1999, presentamos “ Democracia, Ciudadanía, Poder. Desde el proceso de descentralización y participación popular  (1999). Este libro lo hicimos juntos y es el producto de varios años de trabajo con los vecinos y técnicos de La Teja (una popular y populosa zona montevideana); Hacíamos el lanzamiento en el humilde local del Concejo Vecinal del zonal 14, junto a los vecinos, las organizaciones sociales, técnicos y responsables políticos que participamos. Habíamos decidido que en lugar de grandes discursos, las paredes se transformaran en carteleras donde todos los que quisieran opinaran sobre por qué habíamos participado en la quijotesca idea de escribir un libro sobre nuestra experiencia y José Luis escribió: Porque creo en el poder y la inteligencia del pueblo ; yo creo que esa es la clave de la vida, la obra y el compromiso de José.
                                                                                                                          Pilar Ubilla

Hay gente que se olvidó y hay jóvenes que no saben, pero durante la dictadura, los ciudadanos estábamos divididos en A, B y C, según la “fe democrática” que expedía el Ministerio del Interior.
Entrevista publicada en “Abriendo Puertas en los Procesos Pedagógicos, Políticos y Organizativos” de Pilar Ubilla, 1996, 80. Ed. EPPAL, Uruguay.
También participaron Cristina Oholeguy, Heber Ichusti, Julio Listre, Beatríz Silva y particularmente activa Susana Rgent.

jueves, 13 de octubre de 2011



La ética de Kant

Nacido en Königsberg, Prusia, y educado en los principios del pietismo religioso (protestante), Kant mostró una gran preocupación por los asuntos morales. Bochenski dice que Kant se dio a la tarea de salvar el espíritu, el saber, la moral y la religión en un mundo invadido por sistemas de pensamiento diversos y antagónicos entre sí como el empirismo, el fideísmo y el escepticismo por mencionar sólo algunos.

Sus obras fundamentales son la "Crítica de la razón pura" y la "Crítica de la razón práctica". En la primera Kant aborda el problema del conocimiento elaborando un sistema teórico sobre el mismo sumamente complejo. En la "Crítica de la razón práctica", se propone descubrir y exponer el principio fundamental de la moralidad con dos objetivos:

a) Demostrar la falsedad de toda doctrina moral que pretenda apoyarse en consideraciones empíricas.
b) Otorgar a la Ética una base exclusivamente racional y apriorística.

Como Kant prescinde de elementos empíricos y se funda de manera exclusiva en la razón, se dice que su Ética es formal; es una Etica estrictamente racional.

El imperativo categórico.

Si la tarea de la Ética consiste en fundamentar la moral; una moral formada por una serie de normas, costumbres y formas de vida que se presentan como obligatorias, en Kant encontramos un elaborado intento por fundamentar las obligaciones morales del hombre, en conceptos de la razón pura, (de aquí la necesidad de hacer referencia a la primera obra mencionada, cuando se intenta exponer la ética kantiana).

La razón pura se expresa por medio de juicios analíticos y juicios sintéticos, nos dice Kant.

a) Los juicios analíticos son explicativos; el predicado está contenido en el sujeto y por lo tanto no aumentan el conocimiento. El fundamento de validez lo encontramos en el principio de identidad, es decir, que son tautologías. Ej. "El triángulo tiene tres ángulos".

b) Los juicios sintéticos, por el contrario, son extensivos y sí aumentan el conocimiento. El predicado no está contenido en el sujeto y su fundamento de validez podemos encontrarlo en el mundo empírico. Ej. "Los cuerpos son pesados". En este ejemplo, un concepto sujeto (los cuerpos), se une a un concepto predicado (pesados) mediante una cópula (son) que nos dice lo que ocurre en la experiencia.

El comportamiento moral del hombre no puede encontrar su fundamentación en alguna forma de conocimiento que tenga que ver con la razón pura, puesto que no es posible acceder a ello por juicios analíticos o explicativos ni tampoco por medio de los juicios sintéticos. En esta forma, Kant se vio precisado a buscar otro camino para fundamentar la moral, elaborando una ética sustentada en la razón práctica puesto que Kant rechaza radicalmente el fundamentar la obligación moral en la naturaleza del hombre, o en las circunstancias del universo en el que éste se encuentra, o bien, subordinándola a fines exteriores (la búsqueda de la felicidad, por ejemplo).

La razón práctica, no puede expresarse ni por medio de los juicios analíticos o explicativos ni por medio de los juicios sintéticos, puesto que no dice lo que acontece en la experiencia, sino lo que debe ocurrir en ella. Ej. "Los hombres deben ser honestos". Así, la forma de conocimiento práctico, no es un juicio, sino un imperativo.

Ahora bien, los imperativos pueden ser de dos tipos:

a) Hipotéticos; Ej. "Si quieres aprobar el examen debes estudiar." En el ejemplo se ordena una acción para conseguir un fin posible, el cual puede o no ser deseado.

b) Categóricos; Ej. "El hombre debe ser veraz". En este último ejemplo, el imperativo ordena una acción de manera absoluta, es decir que la acción no se considera como medio, sino como un fin en sí mismo, último e incondicionado.

De acuerdo con Kant, el ideal moral está formado por imperativos categóricos que se originan en la voluntad moral, una voluntad autónoma que se encuentra libre de los fines u objetos de deseo.

La fórmula del imperativo categórico, base de la moral kantiana, se expresa así: "Obra de manera que la máxima de tu voluntad pueda servir siempre como principio de una legislación universal." Esta fórmula es la ley moral.

Lo que persigue Kant es fundamentar una Ética Racional Universal basada en leyes que determinan la voluntad y que no puede estar sustentada en la pluralidad de fines, puesto que éstos varían y son contingentes. Si puede haber una Ética Racional, ésta descansará sobre principios universales y no sobre relativismos culturales, históricos, etcétera.

El acto moral

Para determinar la validez de un acto moral, de acuerdo con la Etica Kantiana, debemos prestar atención a la voluntad del sujeto que lo determina y no a la acción misma. Los actos, según Kant, no son ni buenos ni malos; bueno o malo es sólo el sujeto que los realiza.

Lo que es moral o inmoral es la disposición del ánimo del agente. Un acto será moralmente bueno si el sujeto que lo realiza lo hace porque lo considera como absolutamente debido, como un fin absoluto, como imperativo categórico; por el contrario un acto es malo si se hace con el propósito de obtener alguna consecuencia favorable, si se realiza como medio o imperativo hipotético.

Lo bueno, según Kant, está en la buena voluntad regida por la ley moral. Si alguien actúa por temor y no por respeto al deber implícito en la ley moral, sus acciones no son morales. Tampoco lo serán aquellas que se realizan por accidente o como medio para obtener beneficios posteriores.

Ejemplos: la acción de pagar una deuda puede no tener ninguna significación moral (amoral) si se realiza por temor a la consecuencias; una promesa que se cumple por accidente, o porque se desea obtener algo como resultado de la acción, tampoco tienen significación moral conforme a la ética kantiana; las acciones que se realizan de acuerdo a la buena voluntad, es decir las que se realizan por deber y conforme al deber (imperativo categórico) son las acciones valiosas que hacen del individuo una persona genuinamente moral.
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Immanuel Kant, biografía
Trabajo realizado por:

Philippe Brun


Immanuel Kant nació en 1724 y murió en 1804, filósofo alemán, considerado por muchos como el pensador más influyente de la era moderna.

Nacido en Königsberg (ahora, Kaliningrado, Rusia) el 22 de abril de 1724, Kant se educó en el Collegium Fredericianum y en la Universidad de Königsberg. En la escuela estudió sobre todo a los clásicos y en la universidad, física y matemáticas. Tras la muerte de su padre, tuvo que abandonar sus estudios universitarios y ganarse la vida como tutor privado. En 1755, ayudado por un amigo, reanudó sus estudios y obtuvo el doctorado. Después, enseñó en la universidad durante 15 años, y dio conferencias primero de ciencia y matemáticas, para llegar de forma paulatina a disertar sobre casi todas las ramas de la filosofía.

Aunque las conferencias y escritos de Kant durante este periodo le dieron reputación como filósofo original, no se le concedió una cátedra en la universidad hasta 1770, cuando se le designó profesor de lógica y metafísica. Durante los 27 años siguientes continuó dedicado a su labor profesoral y atrayendo a un gran número de estudiantes a Königsberg. Las enseñanzas religiosas nada ortodoxas de Kant, que se basaban más en el racionalismo que en la revelación divina, le crearon problemas con el Gobierno de Prusia y en 1792 Federico Guillermo II, rey de esa nación, le prohibió impartir clases o escribir sobre asuntos religiosos. Kant obedeció esta orden durante cinco años, hasta la muerte del rey, y entonces se sintió liberado de su obligación. En 1798, ya retirado de la docencia universitaria, publicó un epítome donde se contenía una expresión de sus ideas de materia religiosa. Murió el 12 de febrero de 1804.

Filosofía de Kant

La piedra angular de la filosofía de Kant, a veces llamada filosofía crítica, está recogida en su Crítica de la razón pura (1781), en la que examinó las bases del conocimiento humano y creó una epistemología individual. Al igual que los primeros filósofos, Kant diferenciaba los modos de pensar en proposiciones analíticas y sintéticas. Una proposición analítica es aquella en la que el predicado está contenido en el sujeto, como en la afirmación "las casas negras son casas". La verdad de este tipo de proposiciones es evidente, porque afirmar lo contrario supondría plantear una proposición contradictoria. Tales proposiciones son llamadas analíticas porque la verdad se descubre por el análisis del concepto en sí mismo. Las proposiciones sintéticas, en cambio, son aquellas a las que no se puede llegar por análisis puro, como en la expresión "la casa es negra". Todas las proposiciones comunes que resultan de la experiencia del mundo son sintéticas.

Las proposiciones, según Kant, pueden ser divididas también en otros dos tipos: empírica, o a posteriori, y a priori. Las proposiciones empíricas dependen tan sólo de la percepción, pero las proposiciones a priori tienen una validez esencial y no se basan en tal percepción. La diferencia entre estos dos tipos de proposiciones puede ser ilustrada por la empírica "la casa es negra" y la a priori "dos más dos son cuatro". La tesis de Kant en la Crítica consiste en que resulta posible formular juicios sintéticos a priori. Esta posición filosófica es conocida como transcendentalismo. Al explicar cómo es posible este tipo de juicios, Kant consideraba los objetos del mundo material como incognoscibles en esencia; desde el punto de vista de la razón, sirven tan sólo como materia pura a partir de la cual se nutren las sensaciones. Los objetos, en sí mismos, no tienen existencia, y el espacio y el tiempo pertenecen a la realidad sólo como parte de la mente, como intuiciones con las que las percepciones son medidas y valoradas.

Además de estas intuiciones, Kant afirmó que un número de conceptos a priori, llamados categorías, también existen. Dividió las categorías en cuatro grupos: los relativos a la cantidad, que son unidad, pluralidad y totalidad; los relacionados con la cualidad, que son realidad, negación y limitación; los que conciernen a la relación, que son sustancia-y-accidente, causa-y-efecto y reciprocidad; y los que tienen que ver con la modalidad, que son posibilidad, existencia y necesidad. Las intuiciones y las categorías se pueden emplear para hacer juicios sobre experiencias y percepciones, pero, según Kant, no pueden emplearse para que se apliquen sobre ideas abstractas o conceptos cruciales como libertad y existencia sin que lleven a inconsecuencias en la forma de binomios de proposiciones contradictorias, o antinomias, en las que ambos elementos de cada par pueden ser probados como verdad.

En la Metafísica de la ética (1797) Kant describe su sistema ético, basado en la idea de que la razón es la autoridad última de la moral. Afirmaba en sus páginas que los actos de cualquier clase han de ser emprendidos desde un sentido del deber que dictase la razón, y que ningún acto realizado por conveniencia o sólo por obediencia a la ley o costumbre puede considerarse como moral. Kant describió dos tipos de órdenes dadas por la razón: el imperativo hipotético que dispone un curso dado de acción para lograr un fin específico; y el imperativo categórico que dicta una trayectoria de actuación que debe ser seguida por su exactitud y necesidad. El imperativo categórico es la base de la moral y fue resumido por Kant en estas palabras claves: "Actúa de forma que la máxima de tu conducta pueda ser siempre un principio de Ley natural y universal".

Las ideas éticas de Kant son el resultado lógico de su creencia en la libertad fundamental del individuo, como manifestó en su Crítica de la razón práctica (1788). No consideraba esta libertad como la libertad no sometida a las leyes, como en la anarquía, sino más bien como la libertad del gobierno de sí mismo, la libertad para obedecer en conciencia las leyes del universo como se revelan por la razón. Creía que el bienestar de cada individuo sería considerado, en sentido estricto, como un fin en sí mismo y que el mundo progresaba hacia una sociedad ideal donde la razón "obligaría a todo legislador a crear sus leyes de tal manera que pudieran haber nacido de la voluntad única de un pueblo entero, y a considerar todo sujeto, en la medida en que desea ser un ciudadano, partiendo del principio de si ha estado de acuerdo con esta voluntad". En su tratado La paz perpetua (1795) Kant aboga por el establecimiento de una federación mundial de Estados republicanos.

Kant ha tenido mayor influencia que ningún otro filósofo de la era moderna. La filosofía kantiana, y en especial como la desarrolló el filósofo alemán Georg Wilhelm Friedrich Hegel, estableció los cimientos sobre los que se edificó la estructura básica del pensamiento de Karl Marx. El método dialéctico, utilizado tanto por Hegel como por Karl Marx, fue un desarrollo del método de razonamiento articulado por antinomias que Kant aplicó. El filósofo alemán Johann Fichte, alumno de Kant, rechazó la división del mundo de su maestro en partes objetivas y subjetivas y elaboró una filosofía idealista que también influyó de una forma notable en los socialistas del siglo XIX. Uno de los sucesores de Kant en la Universidad de Königsberg, Johann Friedrich Herbart, incorporó algunas de las ideas kantianas a sus sistemas de pedagogía.

Además de sus trabajos sobre filosofía, Kant escribió numerosos tratados sobre diversas materias científicas, sobre todo del área de la geografía física. Su obra más importante en este campo fue Historia universal de la naturaleza y teoría del cielo (1755), en la que anticipaba la hipótesis de la formación del universo a partir de una nebulosa originaria, hipótesis que fue más tarde desarrollada por Pierre de Laplace.

Entre otros escritos de Kant figuran Prolegómenos a toda metafísica futura (1783), Principios metafísicos de la filosofía natural (1786), Crítica del juicio (1790) y La religión dentro de los límites de la razón pura (1793).
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BIOGRAFIA ARISTOTELES

Nace en el norte de Grecia, en Estagira,hoy Stavró en el año 384 a. C., en una familia de tradición científica; su padre, Nicómaco había sido médico de Amintas II, procedente de Calcis, padre de Filipo II de Macedonia. Perdió sus padres siendo aún muy niño, y quedó a cargo de su tutor, Próxeno de Atarneo, quien a los diecisiete años lo envió a Atenas para estudiar en la Academia de Platón y siguió con el maestro hasta su muerte 348-7)veinte años después. Platón estimaba extraordinariamente a su discípulo, a quien llamaba "el lector" y la "mente de la escuela".
Con la temprana muerte de Alejandro, Aristóteles, protegido suyo, tuvo que hacer frente al sentimiento antimacedonio que estalló en Atenas.Viaja por 12 años estableciendo nuevas academias en Assus (347-344) y Mitilene en la isla de Delfos donde permanece en compañia de Jenócrates y teofrasto desde 344 a 342. En Assus se casa con Pythia, la hija adoptiva o sobrina del Rey Hermías, con la que tiene una hija, a la que le pone el mismo nombre de la madre y al fallecer ésta, vuelve a contraer nupcias con Herpyllis. Pasa a vivir en Pella, capital de Macedonia, para convertirse por tres años en el tutor del que llegaría a ser Alejandro Magno, entonces con trece años.Con este objeto pasó a Pella y a Mieza, consagrándose a la formación de su regio discípulo. Alejandro fue asociado al trono en 340 y sucedió a su padre en 336, iniciando poco después sus fulgurantes campañas contra el imperio persa (batalla del Gránico en 334). Alejandro reedificó Estagira, destruida por Filipo en 348 y le enviaba a su naestro material para sus estudios de Historia natural y grandes cantidades de dinero para sus investigaciones (se cita la cifra elevadísima de 800 talentos). Pero esas relaciones se enfriaron después de la muerte de Calístenes, sobrino del filósofo, que acompañaba a Alejandro como historiógrafo (327), y que Aristóteles nunca le perdonó. En el 336-335 regresa a Estagira y se retira allí por un tiempo. Regresa a Atenas en el 335 , dedicandose al trabajo científico puro y en ese mismo año abrió su propia escuela en unos terrenos fuera de las murallas, al lado opuesto de la Academia, entre el monte Licabeto y el río Ilisos, en las proximidades de un templo dedicado a Apolo Likaios, de donde recibió el nombre de Liceo (Lykeion). Bien fuese por estar dotada de un paseo o por la costumbre de enseñar paseando, fue designada con el calificativo de Peripatos, y sus seguidores, "peripatéticos". Aristóteles organizó la enseñanza dando clases matutinas para sus discípulos y vespertinas para un público más amplio. Después de su muerte el Liceo fue ampliado bajo Teofrasto, con nuevos terrenos cedidos por Demetrio de Pháleron, con dos pórticos cubiertos y jardines (310). Más tarde fue saqueado por Filipo V de Macedonia en el año 300 y arrasado por Sila en 86. Acusado de ateísmo, Aristóteles tuvo que exilarse y se refugió en Calcis, donde moriría al año siguiente, el 322 a.C., a los 62 años de edad.A los estudios de F. Etudniczka se debe la identificación, con bastante probabilidad, del retrato del filósofo. Al morir Aristóteles legó su biblioteca a Teofrasto. Este, a su vez, a Neleo, hijo de Corisco, el cual la llevó consigo a su patria, Skepsis de Ida, en Asia Menor. Pero por temor de que se apoderasen de ella los emisarios del rey de Pérgamo, la ocultó en una cueva, donde permaneció hasta que en el año 100 antes de J.C. fue adquirida por el rico coleccionista Apelicón de Teos. Este la trasladó a Atenas, donde se apoderó de ella Sila, en el año 86, llevándola a Roma como botín de guerra. Su hijo Fausto la vendió en el año 55 para pagar las deudas de su padre. El gramático griego Tiranión de Amisos (s.I) se encargó de restaurar los manuscritos, muy deteriorados, e hizo una primera edición. Poco más tarde hizo otra más correcta, con la ayuda de Andrónico de Rodas, décimo escolarca del Liceo (h.70 a.J.C.), que ordenó los escritos de Aristóteles, distribuyéndolos por orden de materias. (Cf.Dióg.Laer.,V 52.) Es simpática la anécdota del Califa de Bagdad, Al-Mamún, siglo IX, responsable de Dar al-ilm (La casa de la ciencia), y la aparición de Aristóteles que le pidió traducir sus obras al árabe, lo cual hizo, y que resultó ser el camino para que luego, mediante la cultura musulmana, pasaran del árabe al latín y así llegasen al Occidente, al que conmovieron profundamente dejando por siempre su impronta en ella. Aristóteles siempre conservó la influencia de su maestro, Platón, pero en su madurez supo superar el platonismo hasta configurar su propio sistema de pensamiento, que se separa del de Platón en un punto fundamental: Aristóteles no acepta que las ideas sean entidades subsistentes en un mundo separado de la realidad sensible; para él las ideas no son sino la esencia de las cosas, que se halla en las cosas mismas, cuya constitución explica mediante los conceptos de potencia y acto, materia y forma, o la teoría de las cuatro causas (material, formal, eficiente y final). En filosofía moral, Aristóteles presenta una ética basada en la naturaleza humana, cuyo fin es, según él, la felicidad, al cual debe estar dirigido el ordenamiento de la sociedad política, es decir, del Estado. Las obras de Aristóteles pueden clasificarse, según su contenido, en los distintos grupos: Obras de Lógica, recopiladas en la antigüedad con el nombre de Órganon o instrumentos para pensar rectamente. Escritos sobre ciencias de la naturaleza: Física, Del cielo, De la generación y corrupción, Sobre el alma... Los ocho libros de Política. Obras sobre literatura: la Retórica y la Poética. Jaeger distigue tres períodos en la producción aristotélica : PERÍODO DE LA ACADEMIA (hasta el año 347) PERÍODO DE LOS VIAJES (del año 347 al 335) PERÍODO DE MADUREZ (del año 335 al 322). F. Nuyens en su obra "La evolución de la psicología Aristotélica" señála tres períodos: PERÍODO PLATÓNICO (antagonismo dualista, por ejemplo el Eudemo); PERÍODO DE TRÁNSITO (se da natural colaboración del alma y del cuerpo, rige en su pensamiento un instrumentalismo vitalista); PERÍODO DE MADUREZ (el alma es forma del cuerpo, comienza a existir con el cuerpo y perece con él; en el primer período, por lo contrario, el alma era independiente del cuerpo e inmortal). Metafísica. Escritos que tratan de las causas generales de las cosas. Se trata de una colección de catorce libros, que recogen pequeños tratados o cursos impartidos por Aristóteles en el Liceo. La palabra metafísica no fue usada por Aristóteles, sino por un recopilador posterior, que ordenó estos escritos a continuación o más allá (significado de la preposición griega meta) de los libros de física. Aunque por mucho tiempo Aristóteles aceptó toda la filosofía de Platón, con su mundo de las ideas como única realidad, con las transmigraciones del alma, con el conocimiento como recuerdo, su sentido común lo fue llevando a descubrir y rechazar los errores del maestro y a quedarse con los aciertos.Para Platón y Aristóteles, el fin, el objetivo, el telos de cada cosa tiene que existir con anterioridad a ella; ese objetivo existente es una perfección (aunque sea relativa) por cuya influencia tiene lugar la actividad del mundo natural. Platón había hablado de partes del alma. Aristóteles habla más bien de potencias: nutrición, reproducción, locomoción, apetito, sensibilidad, pensamiento. Pero estas potencias se manifiestan en los seres vivos como en una jerarquía de niveles. Al nivel más básico de los vivos está la capacidad de nutrirse y reproducirse. Son las capacidades de la psyche vegetativa. Primer peldaño en la jerarquía de la vida. La función de los vivos es vivir de acuerdo a su naturaleza ?la planta como planta, el animal como animal, el hombre como hombre? y producir otro ser viviente semejante a ellos; al hacerlo, participan de lo divino en cuanto les es posible. La facultad sensitiva. El que siente padece una acción de otro. Por tanto, la facultad sensitiva es una "potencia" que requiere de otro para llegar al "acto", como sucede con el combustible que no arde por sí mismo. Pero sentir no es sólo sufrir la acción de estos objetos externos; la luz actúa en el ojo como actúa en el agua de un pozo y las formas y colores se reflejan en ambos, pero el pozo no "ve" y el ojo sí. Cuando el ojo, es materialmente afectado por el objeto externo, ocurre algo enteramente distinto: la psyche sensitiva recibe la forma sensible del objeto sin el objeto mismo, como la cera recibe la impresión del anillo sin el hierro o el oro del anillo. Este es el acto psíquico propiamente tal. De forma similar explica Aristóteles la potencia de la psyche inteligente: al entender, el alma recibe la forma inteligible del objeto sin el objeto mismo. Pero "recibir" las formas no es lo más elevado del alma humana ( nous ): lo más elevado no "recibe" nada porque no es pasivo sino puramente activo, intuye, discurre y juzga nociones y principios. Las formas inteligibles recibidas más abajo son el material de su trabajo y no la causa de su trabajo. Por eso los seguidores de Aristóteles hablaron después de entendimiento pasivo y entendimiento activo. Los conceptos de poiesis y de mímesis son centrales en la teoría de Aristóteles. El primer término engloba a la poesía, la música y la danza, aunque es poco claro respecto de las artes plásticas. Se usa, más restringidamente, como arte verbal. El quehacer específico del artista, lo que lo define como tal, es la acción de mimetizar. Por su parte, la mímesis refiere al carácter modelizador de los sistemas artísticos. No es mera construcción imitativa, como la diégesis platónica, sino la elaboración de un modelo nuevo del mundo, obtenido en y mediante un proceso de deconstrucción y manipulación del código de la lengua regido por el código literario particular adoptado por el artista. Orden cronológico de su obra Del período inicial, que coincide prácticamente con la primera estancia suya en Atenas, hasta el año 347: Dos diálogos: Eudemo (o Sobre el alma) y Protréptico. Tópicos; Elencos Sofísticos; quizá Las Categorías (probablemente obra auténtica), La Física (con excepción del libro VIII) y algunos otros pequeños opúsculos físicos (Sobre el cielo, Sobre la generación y la corrupción). 2. Del período de los viajes (del año 347 al 330, más o menos) - viaja a Assos, a Pella, y permanece en Atenas unos años por segunda vez: Historia de los animales - y algunos pequeños opúsculos sobre los animales. Pequeñas obras sobre los seres naturales. Los analíticos primeros y postreros. Sobre la Filosofía. Parte de los libros de Metafísica. Ética Eudemo y Ética a Nicómaco. Parte de la Política. 3. Período último (cerca del año 330 al 322 o 23), que son los últimos años de su estancia en Atenas: El resto de la Política. El resto de las pequeñas Obras sobre los Seres Naturales. El resto de los libros de Metafísica. El libro VIII de La Física. Sobre el Alma libro III. Sobre la Interpretación. Algunos breves opúsculos sobre los animales. Retórica. Ha de tenerse presente, vista la muy erudita discusión de los expertos sobre el particular, que la cronología de las obras de Aristóteles aún puede ser corregida y que los límites entre los períodos de su vida creadora todavía no están definitivamente establecidos. Existe una larga polémica erudita sobre el punto de la autenticidad de las obras de Aristóteles. Baste citar que según J. Zürcher solamente del 20 al 30% de todo el corpus aristotelicum (conjunto de obras atribuidas históricamente a Aristóteles) han tenido por autor a Aristóteles. Según Zürcher, las demás obras deben atribuirse al famoso discípulo de Aristóteles, Teofrasto. Solamente los diálogos, obra de su juventud, y algunas otras pocas obras pueden considerarse como auténticamente aristotélicas. Según J. Zürcher, Aristóteles permaneció platónico toda su vida. Por supuesto que otros han refutado parcial o totalmente las bases de la argumentación de Zürcher, pero el problema permanece, lleno de mucho interés. Considérese que las Obras completas de Aristóteles se consiguen hoy con facilidad, con toda esa riquísima información, lo que era imposible hasta el siglo XIX. Ante este portento de la investigación es que se puede bendecir a los filólogos y eruditos de gran espíritu de trabajo. Y no tanto a mucha gente de hoy que critica a aquellos, pero que no da una obra ni siquiera aproximada a la suya. Porque ese trabajo de búsqueda de textos, en griego, siríaco, árabe, latín... de determinación de autenticidad, de estudio comparado, de uso inteligente de argumentos filológicos, de comprobación de autenticidad a través del uso del método histórico-genético, etc., ha permitido saber mucho y bien, no solo sobre Aristóteles, sino sobre casi todos los grandes de la Antigüedad. Los tres tomos de Zürcher: Aristotelis Opera I Ex recensione Immanuelis Bekkeri, hasta la página 789 Aristotelis Opera II (continúa la paginación del I Tomo), hasta la página 1462. Todas las obras de Aristóteles en griego, precedidas de completa información sobre fuentes y referencias importantes. Además: Bonitz, H., Index Aristotelicus, 2ª. Ed., 1955, 876 páginas. Constituye una ayuda inestimable para penetrar en el tesoro aristotélico. De los trabajos de Aristóteles solamente 47 han podido preservarse hasta nuestros días. Ellos comprenden en su mayoría notas usadas en cursos del Liceo y constituyen un material muy denso desde el punto de vista académico. La forma, títulos y el orden con el que conocemos ese material hoy, le fueron dados por algún editor tres siglos después de la muerte del filósofo. Su logro más absoluto fue, seguramente, su Biología, fundó la ciencia de la Biología, la estableció sobre una sólida base empírica y filosófica y le dio la forma que conservaría hasta el siglo XIX. Su segundo logro, después de la Biología, fue la Lógica... Pocos hombres han fundado una ciencia.

miércoles, 5 de octubre de 2011

El super hombre Nietzsche

v    La del superhombre es una de las ideas de la filosofía de Friedrich Nietzsche que más interpretaciones ha sufrido a lo largo de la historia. Emile Bréhier analiza tal concepto en el texto que sigue.
Fragmento de Historia de la filosofía.
De Emile Bréhier.
Volumen II: séptima parte, capítulo VII, 2.
Para el propio Nietzsche, sus libros eran como etapas de su curación, de acuerdo con la máxima que se había dado a sí mismo: «Ser absolutamente personal sin emplear la primera persona; una especie de memoria». En efecto, la transmutación de valores tiene como fuente, no la reflexión y el análisis, sino la simple afirmación de poderío, que existe por sí, sin necesidad de justificarse; los hombres del Renacimiento italiano, con su «virtud libre de moralina», o Napoleón, eran los modelos de humanidad no domesticada que Carlyle o Emerson pretendieron justificar erróneamente, como representativos de una idea. Esa transmutación adopta también naturalmente la forma de un anuncio profético en Así hablaba Zaratustra (1835-1885) o en la obra póstuma Ecce homo (1908). El superhombre que predecía Zaratustra no es la consumación del modelo humano; Nietzsche veía al último hombre un poco al estilo de Cournot, como el hombre que lo ha organizado todo para eludir riesgos y que se encuentra definitivamente satisfecho con su vulgar felicidad; pero «el hombre es algo que debe ser superado, es un puente, no un fin»; la característica del superhombre es el amor al riesgo y a los peligros; la voluntad de poder es el auténtico nombre de la voluntad de vivir; porque la vida sólo aumenta cuando somete el medio que la rodea. ¿Cómo interpretar el conjunto del poema de Zaratustra sino como la narración de los peligros que corre el héroe, de los peligros que nuestra civilización hace correr al superhombre incipiente, cuya generosidad los hace aún más peligrosos, y que él conseguirá superar al final? Se trata, ante todo, del mito del eterno retorno, de la vuelta indefinida del mismo ciclo de acontecimientos, cuya idea había anticipado Schopenhauer, como objeto de un terror que debía justificar el pesimismo, el disgusto frente a una vida que se teme volver a vivir igual; Zaratustra siente al principio ese disgusto y, después, no sólo acepta el mito, sino que lo hace suyo: el eterno retorno es la liberación del sometimiento a los fines, la afirmación infinita y feliz de una existencia que sólo esa misma afirmación puede justificar y, por último, la sujeción de la existencia a una forma definida y limitada, que es la expresión misma del poder. El eterno retorno es el prototipo de la transmutación de los valores: el sí que se opone al no. Otra tentación es la de los «hombres superiores», aquellos de los que el populacho dice: «Hombres superiores...; no hay hombres superiores; todos somos iguales... ante Dios»; el mensajero del gran cansancio dice de los hombres superiores: «Todo es igual, nada merece la pena»; el «concientizador del espíritu», que prefiere no saber nada a saber mucho a medias, para quien «en la verdadera ciencia no hay nada grande ni nada pequeño»; el «expiador del espíritu», el encantador (el propio Wagner), el que busca el amor y el dolor; «el peor de los hombres», el que ve a un Dios compasivo como un testigo del que procura vengarse; el mendigo voluntario que desprecia a los «esclavos de la riqueza que saben sacar provecho de las basuras, a ese populacho dorado y falso», y la «sombra de Zaratustra», el discípulo, que tiene que procurar liberarse de una fe estrecha; son otros tantos tipos de hombres superiores cuya nobleza estriba en la repugnancia que sienten hacia los hombres y hacia sí mismos: ni el pesimista, ni el filólogo, ni el sabio, ni el artista, ni el que desprecia las riquezas han sabido superar su propio disgusto. El superhombre no está hecho para continuar su tarea: «Vosotros, hombres superiores, ¿creéis que estoy aquí para rehacer bien lo que vosotros habéis hecho mal? Es preciso que perezcan cada vez más y los mejores de vuestra especie... Sólo así crece el hombre hacia la altura».
Nietzsche renuncia así a esa aristocracia intelectual cuya nobleza contiene tantos rasgos de decadencia; más opuesto aún al ideal social y democrático, no es cierto, sin embargo, que la voluntad de poder designase en él la mera fuerza bruta y destructora: las últimas reflexiones de Nietzsche parecían convencerlo por el contrario de que la abundancia de la vida se manifiesta en una selección y un orden preciso, riguroso, entre los elementos que domina; «la purificación del gusto sólo puede ser consecuencia de un reforzamiento del modelo», que a su vez resulta de una superabundancia de fuerza; «nos falta el gran hombre sintético, capaz de someter sus fuerzas dispares bajo un mismo yugo; lo que tenemos es el hombre múltiple, el hombre débil y múltiple». Estos últimos pensamientos abrían sin duda camino a una concepción del ser y de la vida cuya importancia no fue intuida siquiera por los nietzscheanos vulgares, tan numerosos a principios de siglo, y que veían en Nietzsche sólo el individualismo, pero no el dominio de sí y el ascetismo que robustecen al hombre.
Fuente: Bréhier, Emile. Historia de la filosofía (2 vols.). Traducción de Juan Antonio Pérez Millán y Mª Dolores Morán. Madrid: Editorial Tecnos, 1988.