BIOGRAFIA
JOSÉ LUIS REBELLATO (1946 - 1999)
José Luis nació en la ciudad de Canelones, capital del
departamento del mismo nombre, primer hijo de una familia católica. A los 14
años inició sus estudios en el Seminario de los Salesianos. Se graduó en Estudios
Superiores de Filosofía en la Pontificia Universidad Salesiana de Roma donde su
maestro, Giulio Girardi, lo introdujo en una teología comprometida y en un
marxismo crítico gramsciano. José Luis encontró allí el compromiso que nunca
abandonaría y se formó en el análisis riguroso, el estudio sistemático y
permanente que siempre lo caracterizarían.
Su vuelta al Uruguay coincidió con el período de auge del
movimiento popular y la derrota que significó la dictadura militar, y fue allí,
en medio del dolor, la represión y la búsqueda, que se introdujo de lleno en la Educación Popular
hasta ser el más reconocido educador popular de nuestro medio.
José Luis era el encargado de la Pastoral Juvenil
en la ciudad de Melo, pero fue suspendido en sus funciones y se fue a vivir a
un pequeño y pobre barrio de la periferia, donde realizó una experiencia de
vida que lo marcaría para siempre. Sin la protección de la Iglesia, en medio de la
pobreza, con la represión en aumento y sin referentes políticos, hubo de
reconstituir y reconstruir su vida entera, su razón y su corazón. Y así lo
hizo, saliendo fortalecido de la experiencia.
Del grupo de jóvenes que José orientaba, varios fueron a la
cárcel y el exilio, José, a Montevideo, donde fue docente de filosofía en un
colegio. Conoció la persecución, la represión y el dolor de la dictadura, había
tenido que alejarse de la orden Salesiana por discrepancias, estuvo detenido en
el Cilindro por rebelde y coherente, había sido despedido del liceo donde
dictaba clases de Filosofía porque no tenía le fe democrática . Ingresó como administrativo a Conaprole,
donde fue propulsor de la AOEC
(Asociación de Obreros y Empleados de Conaprole), compañero, dirigente y educador
de jóvenes militantes. Vivía en un ranchito en Sayago, conoció a Ana María
Rosas con la que formó una familia, hiizo suyos sus hijos: Marcelo, Fabricio y
nació Felipe.
Se entregó de lleno a la militancia desde la perspectiva de
la educación popular, donde encontró referentes pero nunca recetas. Su esfuerzo
permanente era la lectura de nuestra realidad, la búsqueda de caminos para
desarrollar una forma organizativa, participativa y democrática, donde los
procesos pedagógicos fueran eje de una acción transformadora. En medio de las
circunstancias más adversas, jamás dejó de formarse, de leer, de buscar, de
escribir, de crear, de preguntarse, pero tampoco perdió nunca la esperanza, la
profunda convicción de que valía la pena jugarse.
Conocí a José en el año 1981 cuando ingresó al CIDC (Centro
de Investigaciones y Desarrollo Cultural); nosotros estábamos buscando un
asesoramiento socio – político porque veíamos que nuestras prácticas se estaban
limitando a micro procesos y nos costaba tener una visión global. Veníamos de
varios años de resistir la dictadura desarrollando programas de promoción en
cantegriles y empezábamos a trabajar con alguna cooperativa de vivienda por
ayuda mutua y en los incipientes asentamientos.
Llegó, alto, encorvado, con su infaltable boina, su hablar
sencillo y su escuchar atento, tímido detrás de sus gruesos lentes, siempre con
su cuaderno registrando lo que se decía, para luego, mágicamente, devolverlo
enriquecido, dándole sentido y proyección. Cristina Oholeguy lo propuso y José
se integró al equipo. Siempre puntual, informado, riguroso y sistemático, nos
deslumbró con su bagaje teórico, nos desafió con su práctica comprometida, nos
contagió con su esperanza construida, nos regaló su amistad sincera. Y él se
enamoró para siempre de la Educación Popular.
Sus propias palabras son elocuentes: “Mi
recorrido personal estuvo ligado, como muchos de nosotros al tema de la
dictadura. Sufrí el golpe de estado como un quiebre en el que te quedabas sin
espacio político. Ahí me empecé a interesar más en Paulo Freire. Me recuerdo
que sus libros eran considerados como idealistas por la izquierda. Lo eran, él
mismo lo dice. Pero la izquierda lo había etiquetado, condenado porque alejaba
de lo político. Se juntaron (en mi) el vacío en lo político, el encuentro con
Paulo Freire, el trabajo juvenil que desarrollaba en Melo y el contacto con la
gente del barrio para empezar a hacer algo de Educación Popular, durante 1972 y
1973 ” .
Cuando ingresa al Centro de Investigación y Desarrollo
Cultural (CIDC) en 1982, inicia un fecundo e ininterrumpido período de
producción teórica, investigación, docencia y práctica social. Son innumerables
las actividades desarrolladas: promoción en barrios, formación en el movimiento
obrero (tanto en la Escuela
de formación sindical de la central de trabajadores como en el movimiento de
Obreros de Acción Católica), asesor de instituciones, de Ongs., consultor de
organizaciones sociales. Su producción teórica no sólo es abundante sino
enriquecedora, pautada por una rigurosidad extrema, por una preocupación
didáctica, por una clara orientación crítica y liberadora.
Pero José Luis fue sobre todo un educador, docente y
pedagogo, en todos los ámbitos, académicos o no, con estudiantes, trabajadores,
vecinos, jóvenes, mujeres, regalaba sus cursos, talleres y seminarios, clases
que podían ser magistrales, pero eran profundamente participativas y
enormemente disfrutables. Su increíble empatía, su sensibilidad, le permitían
desarrollar los temas y autores más complejos con total claridad, sin perder en
calidad, rescatar el saber del grupo, ser un disparador del potencial
existente, entablando una relación dialógica de producción de conocimiento. La
praxis educativa se convertía en una experiencia gratificante de aprehensión
del saber, de producción y creatividad. José Luis fue un educador popular.
En 1985 los uruguayos recuperamos la democracia, chueca y
malherida, pero entre otros logros, las puertas de la Universidad se abren
para los destituidos, y José Luis concursa y accede al Instituto de Psicología,
a la Escuela
Universitaria de Servicio Social, a la Facultad de Derecho y
Ciencias Sociales, abordando diversas Cátedras: Ética, Historia de las Ideas,
Filosofía, Antropología Filosófica y desarrollando Talleres y Seminarios de
Investigación Participativa, Cultura Popular. Sus aulas siempre llenas de
estudiantes de todas las facultades y orientaciones porque su pensamiento
crítico y latinoamericano, su preocupación por producir conocimiento desde la
propia Universidad lo transformaron en un docente querido e inolvidable para
muchas generaciones de estudiantes comprometidos. Por eso y en forma honoraria
se dedicó al trabajo de Extensión Universitaria, dictando cursos de verano en
todo el interior del país, con estudiantes y vecinos, incansable y riguroso.
En la
Universidad, alcanzó el grado de investigador y docente en
los Departamentos de Filosofía de la Práctica y de Historia y Filosofía de la Educación, en la Facultad de Humanidades y
Ciencias de la Educación
de la Universidad
de la República.
Integró el Equipo de Dirección del Programa de Aprendizaje y
Extensión (Apex-Cerro) de la
Universidad.
La década del 90 fue la de las mayores realizaciones porque
la muerte lo encontró en su plenitud. El triunfo del Frente Amplio en las
elecciones municipales desató un proceso de democratización del poder a partir
de la implementación de la descentralización y participación popular en la
gestión de Montevideo. Desde PRAXIS, acompañamos el proceso de organización,
capacitación y formación de los vecinos de la ciudad, desarrollando Programas
de Formación Ciudadana, Investigaciones Participantes, procesos con jóvenes
interesados en formas alternativas de comunicación, sistematizaciones.
En 1990 se crea la Multiversidad Franciscana
para América Latina y José Luis se integra como Coordinador de la Maestría de Educación
Popular, investigador y docente. Desde allí despliega un permanente trabajo de
formación de educadores populares, continúa los contactos y vínculos
internacionales a través de CEAAL (Consejo de Educación de Adultos de América
Latina), integrando diversas redes y desarrollando actividades docentes y
colaborando en publicación a nivel de toda Latinoamérica.
Su actividad militante en el último tiempo, estuvo vinculada
a las organizaciones de Derechos Humanos, al movimiento obrero y estudiantil,
al proceso de descentralización y participación popular en la ciudad de
Montevideo y dando respuesta a múltiples solicitudes de formación de grandes y
pequeñas organizaciones populares.
Para las y los educadores populares, José Luis fue un
maestro, nos aportó sustento teórico , pero fundamentalmente, fue quien nos
enseñó que la práctica sin teoría es activismo y que la mera teoría es academicismo,
fue quien orientó nuestra formación, referente obligado en toda Latinoamérica.
Durante 19 años tuve el privilegio de trabajar junto a él,
primero fue mi asesor, luego fue mi compañero de tantos talleres, proyectos y
militancias. Nos fuimos haciendo amigos, compartiendo dificultades y alegrías,
sufriendo decepciones y festejado triunfos. Me viene el recuerdo de su
cumpleaños número 50, Ana María organizó una fiesta “sorpresa” en el Centro de
Protección de Choferes. Era al aire libre y hacía un frío de novela, pero
fuimos con ganas, amigas y amigos, cantamos, bailamos y tomamos vino y no
sentimos el frío; me reconforta saber que él supo cómo lo queríamos.
Su producción teórica ha sido muy amplia, sus libros
publicados: Ética y Práctica Social (1989), Neoliberalismo,
conflicto Norte-Sur, Liberación (1995); coautor deÉtica de la Autonomía (1997) y de Democracia,
Ciudadanía, Poder. Desde el proceso de descentralización y participación
popular (1999).
Me gustaría poder contarles a quienes no lo conocieron y
recordar con quienes sí lo hicieron, el maravilloso ser humano que fue José
Luis. Supo combinar el compromiso inclaudicable, el brillo intelectual y la
rigurosidad académica con la tierna bondad, la terca esperanza y la sencilla
solidaridad. Sus temas centrales reflejan sus preocupaciones: la necesidad de
fundamentar un pensamiento crítico latinoamericano, la denuncia del
neoliberalismo, la búsqueda de la justicia, la coherencia entre teoría y
práctica en todos los ámbitos y la ética como soporte de una inquebrantable
esperanza en la humanidad.
A fines de setiembre de 1999, presentamos “ Democracia,
Ciudadanía, Poder. Desde el proceso de descentralización y participación
popular ” (1999).
Este libro lo hicimos juntos y es el producto de varios años de trabajo
con los vecinos y técnicos de La
Teja (una popular y populosa zona montevideana); Hacíamos el
lanzamiento en el humilde local del Concejo Vecinal del zonal 14, junto a los vecinos,
las organizaciones sociales, técnicos y responsables políticos que
participamos. Habíamos decidido que en lugar de grandes discursos, las paredes
se transformaran en carteleras donde todos los que quisieran opinaran sobre por
qué habíamos participado en la quijotesca idea de escribir un libro sobre
nuestra experiencia y José Luis escribió: Porque creo en el poder y la inteligencia del pueblo ; yo creo que esa es la clave
de la vida, la obra y el compromiso de José.
Pilar Ubilla
Hay gente que
se olvidó y hay jóvenes que no saben, pero durante la dictadura, los ciudadanos
estábamos divididos en A, B y C, según la “fe democrática” que expedía el
Ministerio del Interior.
Entrevista
publicada en “Abriendo Puertas en los Procesos Pedagógicos, Políticos y
Organizativos” de Pilar Ubilla, 1996, 80. Ed. EPPAL, Uruguay.
También
participaron Cristina Oholeguy, Heber Ichusti, Julio Listre, Beatríz Silva y
particularmente activa Susana Rgent.