Antonio
Gramsci
Tomado de
“Apuntes para una introducción y preparación al estudio de la filosofía y de la
historia” (pags.39-40)
“Filosofía espontánea
y Filosofía como pensamiento conciente y crítico”
“Conviene
destruir el prejuicio muy difundido, de que la filosofía es algo muy difícil
por el hecho de ser la actividad intelectual propia de una determinada
categoría de científicos especializados o filósofos profesionales y
sistemáticos. Conviene por tanto demostrar de entrada que todos los hombres son
“filósofos”, definiendo los límites y los caracteres de esa “filosofía
espontánea”, propia de “todo el mundo”, a saber de la filosofía contenida: 1)
en el lenguaje mismo, que es un conjunto de nociones y de conceptos
determinados, y no sólo de palabras gramaticalmente vacías de contenido; 2) en
el sentido común y en el buen sentido; 3) en la religión popular y también, por
consiguiente, en todo el sistema de creencias, supersticiones, opiniones,
maneras de ver y de actuar, que asoman en eso que generalmente, se llama
“folklore”.
Una vez
demostrado que todos son filósofos, aunque sea a su manera, inconscientemente,
por el hecho de que aún en la más elemental manifestación de una actividad
intelectual cualquiera, el “lenguaje”, está contenida una determinada concepción
del mundo, se pasa al segundo momento, el momento de la crítica y de la
conciencia, es decir, a la pregunta: ¿es preferible “pensar” sin tener
conciencia crítica de ello, de manera dispersa y ocasional, esto es, participar
de una concepción del mundo “impuesta” mecánicamente por el ambiente externo, o
sea, por uno de tantos grupos sociales a los que uno queda automáticamente
integrado desde el momento de su entrada en el mundo consciente (y que puede
ser el pueblo o la provincia de uno, puede tener su origen en la parroquia o en
la “actividad intelectual” del cura o del viejo patriarca cuya “sabiduría” pasa
por ley, en la mujer que ha heredado la sabiduría de las brujas o en el
intelectualillo avinagrado por su propia esolidez o impotencia para actuar), o
es preferible elaborar la propia concepción del mundo, de manera consciente y
crítica, y, por ende en función de ese esfuerzo del propio cerebro, escoger la
esfera de actividad, participar activamente en la producción de la historia del
mundo, ser guía de uno mismo y no aceptar ya, pasiva e inadvertidamente, el
moldeamiento externo de la propia personalidad?”