jueves, 3 de noviembre de 2011

LIBROS ABIERTOS
Hoy inauguramos una sección literaria, que hemos denominado LIBROS ABIERTOS,
que nos permitirà acercarnos a distintos escritores de todos los tiempos.
Hoy recordaremos a nuestro admirado Mario Benedetti para tenerlo siempre presente.

Hagamos un trato escrito y narrado por Mario Benedetti.



Hagamos un trato Mario Benedetti cantado por Joan Manuel Serrat

No te rindas

Zapping de Siglos  escrito y narrado por Mario Benedetti ( audio )





Para profundizar màs acerca de Mario Benedetti  pincheaquì




martes, 1 de noviembre de 2011


Éticas de Aristóteles

l Toda acción humana busca siempre algún bien: el médico busca el bien de la salud; el soldado busca la victoria; el marino, la buena navegación; el comerciante, la riqueza...

2 En realidad vivir como hombre significa elegir un blanco -honor, gloria, riqueza, cultura- y apuntar hacia él con toda la conducta, pues no ordenar la vida a un fin es señal de gran necedad. Previamente es necesario, sin precipitación y sin negligencia, determinar en qué consiste vivir bien, y bajo qué condiciones se alcanza esa meta. Se reconoce sin duda que la felicidad es el mayor y el mejor de los bienes humanos. Pero, ¿en qué consiste lo mejor?

3 Casi todo el mundo llama felicidad al máximo bien que se puede conseguir, pero nadie sabe exactamente en qué consiste ese máximo bien. Unos creen que es el placer, la riqueza o los honores. Otros piensan que es otra cosa. A menudo, la misma persona cambia de opinión y, cuando está enferma, piensa que la felicidad es la salud; si es pobre, la riqueza; si es inculta, la cultura.
4 No vamos a examinar todas las opiniones, pues no es sensato tomar en serio las simplezas que a veces piensan los niños, los enfermos y los locos. Tonterías que no necesitan argumentos sino tiempo, medicina o castigo. También es inútil examinar la opinión de la masa, pues ella habla al azar sobre casi todo, y especialmente sobre la felicidad. Hemos de examinar solamente la opinión de los sabios.

5 Y en estas cuestiones hemos de contentarnos con llegar a verdades toscas y esquemáticas, pues no se puede pedir el mismo rigor en todas las materias: tan absurdo sería aceptar de un matemático la persuasión como exigir de un retórico demostraciones. Así que intentaremos convencer por medio de argumentos, presentando los hechos observados a modo de prueba y ejemplo. Y desde juicios verdaderos pero oscuros, llegaremos a juicios más claros.

6 Las tres opiniones más cualificadas son las que hacen consistir la felicidad en la prudencia, la virtud y el placer. También se admite que pueda ser consecuencia de las tres cosas, o de dos de ellas.

7 En cualquier caso, dado que la felicidad es lo mejor para el hombre, habría que averiguar qué significa ser hombre. Lo mejor para el músico, para el escultor y para el artesano es realizar bien su actividad. Ahora bien, ¿hay una actividad propia del hombre como tal? No puede ser la vida, pues todos los animales y vegetales viven. En cambio, la vida dirigida por la razón es específica del hombre.

8 Y como lo propio y principal del hombre es la razón, la vida conforme a la razón será la más feliz.

9 Además, el que cultiva su inteligencia parece ser el mejor y el más amado de los dioses. Pues si los dioses, según creemos, se cuidan de las cosas humanas, será lógico que estimen lo más afín a ellos, y lo más afín es la inteligencia. Por consiguiente, el que cultiva la sabiduría será el más amado de los dioses, y probablemente el más feliz.

10 Lo que está claro es que la felicidad no está en la diversión, y que sólo hay felicidad donde hay virtud y esfuerzo serio, pues la vida no es un juego.

11 Nuestra naturaleza también necesita salud, alimento y otros cuidados, pero el que quiera ser feliz no necesitará esos bienes exteriores en gran número y calidad, pues con recursos moderados se puede practicar la virtud. Solón describía al hombre feliz provisto de recursos suficientes, viviendo con templanza y realizando las acciones más nobles. También Anaxágoras pensaba que el hombre feliz no necesitaba ser rico y poderoso.

12 Personalmente estoy de acuerdo con quienes piensan que la felicidad consiste en la virtud, sin olvidar lo que decíamos antes: que necesitamos bienes materiales, pues es muy difícil hacer algo cuando se carece de recursos. Y entre esos recursos, los amigos y las riquezas. Y como esto no depende totalmente de nosotros, está claro que la felicidad requiere cierta buena suerte.

13 En este sentido, si algo es un don divino, más debe serlo la felicidad, puesto que es la mejor de las cosas humanas.

14 En cualquier caso, la felicidad no debe ir a remolque de la buena o mala fortuna, porque entonces no tendría fundamento sólido, y el hombre sería como un camaleón. Debe asentarse en una vida guiada por la virtud, capaz de crecerse en la adversidad, del mismo modo que el buen general es capaz de lograr la victoria en circunstancias muy adversas.


Les dejo dos videos correspondientes al programa Mentira la verdad 
del Canal Encuentro de la Repùblica Argetina dedicado a la felicidad.








jueves, 27 de octubre de 2011



BIOGRAFIA

JOSÉ LUIS REBELLATO (1946 - 1999)

José Luis nació en la ciudad de Canelones, capital del departamento del mismo nombre, primer hijo de una familia católica. A los 14 años inició sus estudios en el Seminario de los Salesianos. Se graduó en Estudios Superiores de Filosofía en la Pontificia Universidad Salesiana de Roma donde su maestro, Giulio Girardi, lo introdujo en una teología comprometida y en un marxismo crítico gramsciano. José Luis encontró allí el compromiso que nunca abandonaría y se formó en el análisis riguroso, el estudio sistemático y permanente que siempre lo caracterizarían.
Su vuelta al Uruguay coincidió con el período de auge del movimiento popular y la derrota que significó la dictadura militar, y fue allí, en medio del dolor, la represión y la búsqueda, que se introdujo de lleno en la Educación Popular hasta ser el más reconocido educador popular de nuestro medio.
José Luis era el encargado de la Pastoral Juvenil en la ciudad de Melo, pero fue suspendido en sus funciones y se fue a vivir a un pequeño y pobre barrio de la periferia, donde realizó una experiencia de vida que lo marcaría para siempre. Sin la protección de la Iglesia, en medio de la pobreza, con la represión en aumento y sin referentes políticos, hubo de reconstituir y reconstruir su vida entera, su razón y su corazón. Y así lo hizo, saliendo fortalecido de la experiencia.
Del grupo de jóvenes que José orientaba, varios fueron a la cárcel y el exilio, José, a Montevideo, donde fue docente de filosofía en un colegio. Conoció la persecución, la represión y el dolor de la dictadura, había tenido que alejarse de la orden Salesiana por discrepancias, estuvo detenido en el Cilindro por rebelde y coherente, había sido despedido del liceo donde dictaba clases de Filosofía porque no tenía le fe democrática . Ingresó como administrativo a Conaprole, donde fue propulsor de la AOEC (Asociación de Obreros y Empleados de Conaprole), compañero, dirigente y educador de jóvenes militantes. Vivía en un ranchito en Sayago, conoció a Ana María Rosas con la que formó una familia, hiizo suyos sus hijos: Marcelo, Fabricio y nació Felipe.
Se entregó de lleno a la militancia desde la perspectiva de la educación popular, donde encontró referentes pero nunca recetas. Su esfuerzo permanente era la lectura de nuestra realidad, la búsqueda de caminos para desarrollar una forma organizativa, participativa y democrática, donde los procesos pedagógicos fueran eje de una acción transformadora. En medio de las circunstancias más adversas, jamás dejó de formarse, de leer, de buscar, de escribir, de crear, de preguntarse, pero tampoco perdió nunca la esperanza, la profunda convicción de que valía la pena jugarse.
Conocí a José en el año 1981 cuando ingresó al CIDC (Centro de Investigaciones y Desarrollo Cultural); nosotros estábamos buscando un asesoramiento socio – político porque veíamos que nuestras prácticas se estaban limitando a micro procesos y nos costaba tener una visión global. Veníamos de varios años de resistir la dictadura desarrollando programas de promoción en cantegriles y empezábamos a trabajar con alguna cooperativa de vivienda por ayuda mutua y en los incipientes asentamientos.
Llegó, alto, encorvado, con su infaltable boina, su hablar sencillo y su escuchar atento, tímido detrás de sus gruesos lentes, siempre con su cuaderno registrando lo que se decía, para luego, mágicamente, devolverlo enriquecido, dándole sentido y proyección. Cristina Oholeguy lo propuso y José se integró al equipo. Siempre puntual, informado, riguroso y sistemático, nos deslumbró con su bagaje teórico, nos desafió con su práctica comprometida, nos contagió con su esperanza construida, nos regaló su amistad sincera. Y él se enamoró para siempre de la Educación Popular.
Sus propias palabras son elocuentes: “Mi recorrido personal estuvo ligado, como muchos de nosotros al tema de la dictadura. Sufrí el golpe de estado como un quiebre en el que te quedabas sin espacio político. Ahí me empecé a interesar más en Paulo Freire. Me recuerdo que sus libros eran considerados como idealistas por la izquierda. Lo eran, él mismo lo dice. Pero la izquierda lo había etiquetado, condenado porque alejaba de lo político. Se juntaron (en mi) el vacío en lo político, el encuentro con Paulo Freire, el trabajo juvenil que desarrollaba en Melo y el contacto con la gente del barrio para empezar a hacer algo de Educación Popular, durante 1972 y 1973 ” .
Cuando ingresa al Centro de Investigación y Desarrollo Cultural (CIDC) en 1982, inicia un fecundo e ininterrumpido período de producción teórica, investigación, docencia y práctica social. Son innumerables las actividades desarrolladas: promoción en barrios, formación en el movimiento obrero (tanto en la Escuela de formación sindical de la central de trabajadores como en el movimiento de Obreros de Acción Católica), asesor de instituciones, de Ongs., consultor de organizaciones sociales. Su producción teórica no sólo es abundante sino enriquecedora, pautada por una rigurosidad extrema, por una preocupación didáctica, por una clara orientación crítica y liberadora.
Pero José Luis fue sobre todo un educador, docente y pedagogo, en todos los ámbitos, académicos o no, con estudiantes, trabajadores, vecinos, jóvenes, mujeres, regalaba sus cursos, talleres y seminarios, clases que podían ser magistrales, pero eran profundamente participativas y enormemente disfrutables. Su increíble empatía, su sensibilidad, le permitían desarrollar los temas y autores más complejos con total claridad, sin perder en calidad, rescatar el saber del grupo, ser un disparador del potencial existente, entablando una relación dialógica de producción de conocimiento. La praxis educativa se convertía en una experiencia gratificante de aprehensión del saber, de producción y creatividad. José Luis fue un educador popular.
En 1985 los uruguayos recuperamos la democracia, chueca y malherida, pero entre otros logros, las puertas de la Universidad se abren para los destituidos, y José Luis concursa y accede al Instituto de Psicología, a la Escuela Universitaria de Servicio Social, a la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, abordando diversas Cátedras: Ética, Historia de las Ideas, Filosofía, Antropología Filosófica y desarrollando Talleres y Seminarios de Investigación Participativa, Cultura Popular. Sus aulas siempre llenas de estudiantes de todas las facultades y orientaciones porque su pensamiento crítico y latinoamericano, su preocupación por producir conocimiento desde la propia Universidad lo transformaron en un docente querido e inolvidable para muchas generaciones de estudiantes comprometidos. Por eso y en forma honoraria se dedicó al trabajo de Extensión Universitaria, dictando cursos de verano en todo el interior del país, con estudiantes y vecinos, incansable y riguroso.
En la Universidad, alcanzó el grado de investigador y docente en los Departamentos de Filosofía de la Práctica y de Historia y Filosofía de la Educación, en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad de la República. Integró el Equipo de Dirección del Programa de Aprendizaje y Extensión (Apex-Cerro) de la Universidad.
La década del 90 fue la de las mayores realizaciones porque la muerte lo encontró en su plenitud. El triunfo del Frente Amplio en las elecciones municipales desató un proceso de democratización del poder a partir de la implementación de la descentralización y participación popular en la gestión de Montevideo. Desde PRAXIS, acompañamos el proceso de organización, capacitación y formación de los vecinos de la ciudad, desarrollando Programas de Formación Ciudadana, Investigaciones Participantes, procesos con jóvenes interesados en formas alternativas de comunicación, sistematizaciones.
En 1990 se crea la Multiversidad Franciscana para América Latina y José Luis se integra como Coordinador de la Maestría de Educación Popular, investigador y docente. Desde allí despliega un permanente trabajo de formación de educadores populares, continúa los contactos y vínculos internacionales a través de CEAAL (Consejo de Educación de Adultos de América Latina), integrando diversas redes y desarrollando actividades docentes y colaborando en publicación a nivel de toda Latinoamérica.
Su actividad militante en el último tiempo, estuvo vinculada a las organizaciones de Derechos Humanos, al movimiento obrero y estudiantil, al proceso de descentralización y participación popular en la ciudad de Montevideo y dando respuesta a múltiples solicitudes de formación de grandes y pequeñas organizaciones populares.
Para las y los educadores populares, José Luis fue un maestro, nos aportó sustento teórico , pero fundamentalmente, fue quien nos enseñó que la práctica sin teoría es activismo y que la mera teoría es academicismo, fue quien orientó nuestra formación, referente obligado en toda Latinoamérica.
Durante 19 años tuve el privilegio de trabajar junto a él, primero fue mi asesor, luego fue mi compañero de tantos talleres, proyectos y militancias. Nos fuimos haciendo amigos, compartiendo dificultades y alegrías, sufriendo decepciones y festejado triunfos. Me viene el recuerdo de su cumpleaños número 50, Ana María organizó una fiesta “sorpresa” en el Centro de Protección de Choferes. Era al aire libre y hacía un frío de novela, pero fuimos con ganas, amigas y amigos, cantamos, bailamos y tomamos vino y no sentimos el frío; me reconforta saber que él supo cómo lo queríamos.
Su producción teórica ha sido muy amplia, sus libros publicados: Ética y Práctica Social (1989), Neoliberalismo, conflicto Norte-Sur, Liberación (1995); coautor deÉtica de la Autonomía (1997) y de Democracia, Ciudadanía, Poder. Desde el proceso de descentralización y participación popular (1999).
Me gustaría poder contarles a quienes no lo conocieron y recordar con quienes sí lo hicieron, el maravilloso ser humano que fue José Luis. Supo combinar el compromiso inclaudicable, el brillo intelectual y la rigurosidad académica con la tierna bondad, la terca esperanza y la sencilla solidaridad. Sus temas centrales reflejan sus preocupaciones: la necesidad de fundamentar un pensamiento crítico latinoamericano, la denuncia del neoliberalismo, la búsqueda de la justicia, la coherencia entre teoría y práctica en todos los ámbitos y la ética como soporte de una inquebrantable esperanza en la humanidad.
A fines de setiembre de 1999, presentamos “ Democracia, Ciudadanía, Poder. Desde el proceso de descentralización y participación popular  (1999). Este libro lo hicimos juntos y es el producto de varios años de trabajo con los vecinos y técnicos de La Teja (una popular y populosa zona montevideana); Hacíamos el lanzamiento en el humilde local del Concejo Vecinal del zonal 14, junto a los vecinos, las organizaciones sociales, técnicos y responsables políticos que participamos. Habíamos decidido que en lugar de grandes discursos, las paredes se transformaran en carteleras donde todos los que quisieran opinaran sobre por qué habíamos participado en la quijotesca idea de escribir un libro sobre nuestra experiencia y José Luis escribió: Porque creo en el poder y la inteligencia del pueblo ; yo creo que esa es la clave de la vida, la obra y el compromiso de José.
                                                                                                                          Pilar Ubilla

Hay gente que se olvidó y hay jóvenes que no saben, pero durante la dictadura, los ciudadanos estábamos divididos en A, B y C, según la “fe democrática” que expedía el Ministerio del Interior.
Entrevista publicada en “Abriendo Puertas en los Procesos Pedagógicos, Políticos y Organizativos” de Pilar Ubilla, 1996, 80. Ed. EPPAL, Uruguay.
También participaron Cristina Oholeguy, Heber Ichusti, Julio Listre, Beatríz Silva y particularmente activa Susana Rgent.

jueves, 13 de octubre de 2011



La ética de Kant

Nacido en Königsberg, Prusia, y educado en los principios del pietismo religioso (protestante), Kant mostró una gran preocupación por los asuntos morales. Bochenski dice que Kant se dio a la tarea de salvar el espíritu, el saber, la moral y la religión en un mundo invadido por sistemas de pensamiento diversos y antagónicos entre sí como el empirismo, el fideísmo y el escepticismo por mencionar sólo algunos.

Sus obras fundamentales son la "Crítica de la razón pura" y la "Crítica de la razón práctica". En la primera Kant aborda el problema del conocimiento elaborando un sistema teórico sobre el mismo sumamente complejo. En la "Crítica de la razón práctica", se propone descubrir y exponer el principio fundamental de la moralidad con dos objetivos:

a) Demostrar la falsedad de toda doctrina moral que pretenda apoyarse en consideraciones empíricas.
b) Otorgar a la Ética una base exclusivamente racional y apriorística.

Como Kant prescinde de elementos empíricos y se funda de manera exclusiva en la razón, se dice que su Ética es formal; es una Etica estrictamente racional.

El imperativo categórico.

Si la tarea de la Ética consiste en fundamentar la moral; una moral formada por una serie de normas, costumbres y formas de vida que se presentan como obligatorias, en Kant encontramos un elaborado intento por fundamentar las obligaciones morales del hombre, en conceptos de la razón pura, (de aquí la necesidad de hacer referencia a la primera obra mencionada, cuando se intenta exponer la ética kantiana).

La razón pura se expresa por medio de juicios analíticos y juicios sintéticos, nos dice Kant.

a) Los juicios analíticos son explicativos; el predicado está contenido en el sujeto y por lo tanto no aumentan el conocimiento. El fundamento de validez lo encontramos en el principio de identidad, es decir, que son tautologías. Ej. "El triángulo tiene tres ángulos".

b) Los juicios sintéticos, por el contrario, son extensivos y sí aumentan el conocimiento. El predicado no está contenido en el sujeto y su fundamento de validez podemos encontrarlo en el mundo empírico. Ej. "Los cuerpos son pesados". En este ejemplo, un concepto sujeto (los cuerpos), se une a un concepto predicado (pesados) mediante una cópula (son) que nos dice lo que ocurre en la experiencia.

El comportamiento moral del hombre no puede encontrar su fundamentación en alguna forma de conocimiento que tenga que ver con la razón pura, puesto que no es posible acceder a ello por juicios analíticos o explicativos ni tampoco por medio de los juicios sintéticos. En esta forma, Kant se vio precisado a buscar otro camino para fundamentar la moral, elaborando una ética sustentada en la razón práctica puesto que Kant rechaza radicalmente el fundamentar la obligación moral en la naturaleza del hombre, o en las circunstancias del universo en el que éste se encuentra, o bien, subordinándola a fines exteriores (la búsqueda de la felicidad, por ejemplo).

La razón práctica, no puede expresarse ni por medio de los juicios analíticos o explicativos ni por medio de los juicios sintéticos, puesto que no dice lo que acontece en la experiencia, sino lo que debe ocurrir en ella. Ej. "Los hombres deben ser honestos". Así, la forma de conocimiento práctico, no es un juicio, sino un imperativo.

Ahora bien, los imperativos pueden ser de dos tipos:

a) Hipotéticos; Ej. "Si quieres aprobar el examen debes estudiar." En el ejemplo se ordena una acción para conseguir un fin posible, el cual puede o no ser deseado.

b) Categóricos; Ej. "El hombre debe ser veraz". En este último ejemplo, el imperativo ordena una acción de manera absoluta, es decir que la acción no se considera como medio, sino como un fin en sí mismo, último e incondicionado.

De acuerdo con Kant, el ideal moral está formado por imperativos categóricos que se originan en la voluntad moral, una voluntad autónoma que se encuentra libre de los fines u objetos de deseo.

La fórmula del imperativo categórico, base de la moral kantiana, se expresa así: "Obra de manera que la máxima de tu voluntad pueda servir siempre como principio de una legislación universal." Esta fórmula es la ley moral.

Lo que persigue Kant es fundamentar una Ética Racional Universal basada en leyes que determinan la voluntad y que no puede estar sustentada en la pluralidad de fines, puesto que éstos varían y son contingentes. Si puede haber una Ética Racional, ésta descansará sobre principios universales y no sobre relativismos culturales, históricos, etcétera.

El acto moral

Para determinar la validez de un acto moral, de acuerdo con la Etica Kantiana, debemos prestar atención a la voluntad del sujeto que lo determina y no a la acción misma. Los actos, según Kant, no son ni buenos ni malos; bueno o malo es sólo el sujeto que los realiza.

Lo que es moral o inmoral es la disposición del ánimo del agente. Un acto será moralmente bueno si el sujeto que lo realiza lo hace porque lo considera como absolutamente debido, como un fin absoluto, como imperativo categórico; por el contrario un acto es malo si se hace con el propósito de obtener alguna consecuencia favorable, si se realiza como medio o imperativo hipotético.

Lo bueno, según Kant, está en la buena voluntad regida por la ley moral. Si alguien actúa por temor y no por respeto al deber implícito en la ley moral, sus acciones no son morales. Tampoco lo serán aquellas que se realizan por accidente o como medio para obtener beneficios posteriores.

Ejemplos: la acción de pagar una deuda puede no tener ninguna significación moral (amoral) si se realiza por temor a la consecuencias; una promesa que se cumple por accidente, o porque se desea obtener algo como resultado de la acción, tampoco tienen significación moral conforme a la ética kantiana; las acciones que se realizan de acuerdo a la buena voluntad, es decir las que se realizan por deber y conforme al deber (imperativo categórico) son las acciones valiosas que hacen del individuo una persona genuinamente moral.
Gentileza de http://www.arvo.net/ para la
BIBLIOTECA CATÓLICA DIGITAL


Immanuel Kant, biografía
Trabajo realizado por:

Philippe Brun


Immanuel Kant nació en 1724 y murió en 1804, filósofo alemán, considerado por muchos como el pensador más influyente de la era moderna.

Nacido en Königsberg (ahora, Kaliningrado, Rusia) el 22 de abril de 1724, Kant se educó en el Collegium Fredericianum y en la Universidad de Königsberg. En la escuela estudió sobre todo a los clásicos y en la universidad, física y matemáticas. Tras la muerte de su padre, tuvo que abandonar sus estudios universitarios y ganarse la vida como tutor privado. En 1755, ayudado por un amigo, reanudó sus estudios y obtuvo el doctorado. Después, enseñó en la universidad durante 15 años, y dio conferencias primero de ciencia y matemáticas, para llegar de forma paulatina a disertar sobre casi todas las ramas de la filosofía.

Aunque las conferencias y escritos de Kant durante este periodo le dieron reputación como filósofo original, no se le concedió una cátedra en la universidad hasta 1770, cuando se le designó profesor de lógica y metafísica. Durante los 27 años siguientes continuó dedicado a su labor profesoral y atrayendo a un gran número de estudiantes a Königsberg. Las enseñanzas religiosas nada ortodoxas de Kant, que se basaban más en el racionalismo que en la revelación divina, le crearon problemas con el Gobierno de Prusia y en 1792 Federico Guillermo II, rey de esa nación, le prohibió impartir clases o escribir sobre asuntos religiosos. Kant obedeció esta orden durante cinco años, hasta la muerte del rey, y entonces se sintió liberado de su obligación. En 1798, ya retirado de la docencia universitaria, publicó un epítome donde se contenía una expresión de sus ideas de materia religiosa. Murió el 12 de febrero de 1804.

Filosofía de Kant

La piedra angular de la filosofía de Kant, a veces llamada filosofía crítica, está recogida en su Crítica de la razón pura (1781), en la que examinó las bases del conocimiento humano y creó una epistemología individual. Al igual que los primeros filósofos, Kant diferenciaba los modos de pensar en proposiciones analíticas y sintéticas. Una proposición analítica es aquella en la que el predicado está contenido en el sujeto, como en la afirmación "las casas negras son casas". La verdad de este tipo de proposiciones es evidente, porque afirmar lo contrario supondría plantear una proposición contradictoria. Tales proposiciones son llamadas analíticas porque la verdad se descubre por el análisis del concepto en sí mismo. Las proposiciones sintéticas, en cambio, son aquellas a las que no se puede llegar por análisis puro, como en la expresión "la casa es negra". Todas las proposiciones comunes que resultan de la experiencia del mundo son sintéticas.

Las proposiciones, según Kant, pueden ser divididas también en otros dos tipos: empírica, o a posteriori, y a priori. Las proposiciones empíricas dependen tan sólo de la percepción, pero las proposiciones a priori tienen una validez esencial y no se basan en tal percepción. La diferencia entre estos dos tipos de proposiciones puede ser ilustrada por la empírica "la casa es negra" y la a priori "dos más dos son cuatro". La tesis de Kant en la Crítica consiste en que resulta posible formular juicios sintéticos a priori. Esta posición filosófica es conocida como transcendentalismo. Al explicar cómo es posible este tipo de juicios, Kant consideraba los objetos del mundo material como incognoscibles en esencia; desde el punto de vista de la razón, sirven tan sólo como materia pura a partir de la cual se nutren las sensaciones. Los objetos, en sí mismos, no tienen existencia, y el espacio y el tiempo pertenecen a la realidad sólo como parte de la mente, como intuiciones con las que las percepciones son medidas y valoradas.

Además de estas intuiciones, Kant afirmó que un número de conceptos a priori, llamados categorías, también existen. Dividió las categorías en cuatro grupos: los relativos a la cantidad, que son unidad, pluralidad y totalidad; los relacionados con la cualidad, que son realidad, negación y limitación; los que conciernen a la relación, que son sustancia-y-accidente, causa-y-efecto y reciprocidad; y los que tienen que ver con la modalidad, que son posibilidad, existencia y necesidad. Las intuiciones y las categorías se pueden emplear para hacer juicios sobre experiencias y percepciones, pero, según Kant, no pueden emplearse para que se apliquen sobre ideas abstractas o conceptos cruciales como libertad y existencia sin que lleven a inconsecuencias en la forma de binomios de proposiciones contradictorias, o antinomias, en las que ambos elementos de cada par pueden ser probados como verdad.

En la Metafísica de la ética (1797) Kant describe su sistema ético, basado en la idea de que la razón es la autoridad última de la moral. Afirmaba en sus páginas que los actos de cualquier clase han de ser emprendidos desde un sentido del deber que dictase la razón, y que ningún acto realizado por conveniencia o sólo por obediencia a la ley o costumbre puede considerarse como moral. Kant describió dos tipos de órdenes dadas por la razón: el imperativo hipotético que dispone un curso dado de acción para lograr un fin específico; y el imperativo categórico que dicta una trayectoria de actuación que debe ser seguida por su exactitud y necesidad. El imperativo categórico es la base de la moral y fue resumido por Kant en estas palabras claves: "Actúa de forma que la máxima de tu conducta pueda ser siempre un principio de Ley natural y universal".

Las ideas éticas de Kant son el resultado lógico de su creencia en la libertad fundamental del individuo, como manifestó en su Crítica de la razón práctica (1788). No consideraba esta libertad como la libertad no sometida a las leyes, como en la anarquía, sino más bien como la libertad del gobierno de sí mismo, la libertad para obedecer en conciencia las leyes del universo como se revelan por la razón. Creía que el bienestar de cada individuo sería considerado, en sentido estricto, como un fin en sí mismo y que el mundo progresaba hacia una sociedad ideal donde la razón "obligaría a todo legislador a crear sus leyes de tal manera que pudieran haber nacido de la voluntad única de un pueblo entero, y a considerar todo sujeto, en la medida en que desea ser un ciudadano, partiendo del principio de si ha estado de acuerdo con esta voluntad". En su tratado La paz perpetua (1795) Kant aboga por el establecimiento de una federación mundial de Estados republicanos.

Kant ha tenido mayor influencia que ningún otro filósofo de la era moderna. La filosofía kantiana, y en especial como la desarrolló el filósofo alemán Georg Wilhelm Friedrich Hegel, estableció los cimientos sobre los que se edificó la estructura básica del pensamiento de Karl Marx. El método dialéctico, utilizado tanto por Hegel como por Karl Marx, fue un desarrollo del método de razonamiento articulado por antinomias que Kant aplicó. El filósofo alemán Johann Fichte, alumno de Kant, rechazó la división del mundo de su maestro en partes objetivas y subjetivas y elaboró una filosofía idealista que también influyó de una forma notable en los socialistas del siglo XIX. Uno de los sucesores de Kant en la Universidad de Königsberg, Johann Friedrich Herbart, incorporó algunas de las ideas kantianas a sus sistemas de pedagogía.

Además de sus trabajos sobre filosofía, Kant escribió numerosos tratados sobre diversas materias científicas, sobre todo del área de la geografía física. Su obra más importante en este campo fue Historia universal de la naturaleza y teoría del cielo (1755), en la que anticipaba la hipótesis de la formación del universo a partir de una nebulosa originaria, hipótesis que fue más tarde desarrollada por Pierre de Laplace.

Entre otros escritos de Kant figuran Prolegómenos a toda metafísica futura (1783), Principios metafísicos de la filosofía natural (1786), Crítica del juicio (1790) y La religión dentro de los límites de la razón pura (1793).
Gentileza de http://www.arvo.net/ para la
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